Andrés Aberasturi – La desmesura de la campaña catalana


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

Pocas veces en este país se ha visto una campaña electoral tan desmesurada en todos los sentidos -por calificarla de alguna forma- como esta convocatoria catalana que nació ya viciada al pretender Mas convertirla en un plebiscito y que ha ido subiendo los grados de anormalidad («que accidentalmente se halla fuera de su natural estado o de las condiciones que le son inherentes) según pasaban los días y se sucedían las encuestas. La deriva secesionista -que desde mi particular punto de vista no nace pero se hace fuerte el día que Rajoy niega el concierto económico a Mas- se va convirtiendo en la única bandera posible para Convergencia, más que para Unió, y llega un momento en el que ya no hay marcha atrás. El desafío del candidato de CIU se entronca de tal forma en la campaña -no sé si llevado de un mesianismo repentino o para tapar otros problemas- que traspasa todos los límites en un desafío abierto a todo y a todos: España y sus instituciones, Europa y sus leyes: «No nos pararán». Y Mas sigue en si deriva de heroico salvador de no se sabe muy bien qué y de víctima -«el último president al que España quiere destruir»- de las cloacas de un estado, el español, dispuesto a toda clase de tropelías para desbaratar su sueño independentista que no es necesariamente el sueño de todos los catalanes. Esa fusión/confusión ya histórica de Convergencia con Cataluña, no ha dado muy buenos resultados -porque es falsa- ni al partido de Mas ni a los ciudadanos catalanes.

Habría que recordarle a Mas que de las famosas cloacas del estado surgieron casos como el GAL, Filesa, Gürtel y tantos otros que vergüenza da citarlos a todos. El mal olor de las cloacas suele -no siempre- ser un indicio de que algo se está pudiendo por debajo.

Pero le asiste la razón a CIU de quejarse y denunciar la filtración que publicaba «El Mundo». La propia Unión Federal de Policía cuestiona la filtración basándose en tres puntos: falta de número de registro, nadie asume la autoría del escrito y el término «borrador» no existe en las diligencias policiales. Por todo ello, y por muchas mas razones, han hecho bien los perjudicados en denunciar al rotativo. Pero una vez admitido esto y sin caer en el muy español refrán de que si el río suena agua lleva, habrá que admitir que un periódico como «El Mundo» no va a jugarse estúpidamente su prestigio prestándose como cómplice de una patraña sin tener algo más que lo publicado.

Lo que sigue siendo increíble es la cantidad de filtraciones que se dan en este país. Por eso no vale que el ministro del Interior diga que en el caso de otros documentos que no tenían por qué haber llegado a los medios (caso Gurtel) nadie atribuyó estas filtraciones al Gobierno: si se hizo, señor Ministro, y el PP acusó al entonces titular de su cartera y hoy aun líder de la oposición de estar detrás de todo lo que iba saliendo.

Toda la campaña ha sido desmesurada, todo se ha salido de madre y todo en medio de una crisis de pronóstico grave en Europa y muy grave en España. No sé hacía dónde vamos, pero desde luego no está la cosa para dormir tranquilos.

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