Francia es nuestra tierra rara

Aunque hay a quien no ha gustado nunca el término pues lo identifica con poder económico, el concepto de globalización está ligado a avance. Es más un asunto de sociólogos que de economistas, pero no es posible explicar casi nada al margen de esta era global.

Ocurrirá, como ya ha ocurrido, que los precios y más importante aún, que la disponibilidad de un determinado bien de uso común en el mundo desarrollado que ha alcanzado el grado de pseudo commodity, -nombre que en la jerga económica asociamos a un bien que puede ser fácilmente negociable en los mercados internacionales por su carácter estandarizado y fungible (oro y petróleo son los commodities por excelencia)-, depende por ejemplo de la temporada de monzones en el sudeste asiático.

Ocurrió no hace mucho con las memorias de los ordenadores al verse la producción de las fábricas asiáticas afectadas por el tsunami que asoló el sudeste asiático alterando su producción, lo que redujo su disponibilidad y como consecuencia se incrementaron en mucho los precios en el mundo desarrollado hasta que la producción se normalizó.

Lo recordarán bien los que están más ligados al sector informático.

Una de las batallas económicas que está teniendo lugar en el presente pero en clave de futuro tiene que ver con las llamadas “tierras raras” término con el que se denominan minerales escasos utilizados intensivamente en la producción de muchos de los artilugios electrónicos sin los que la globalización y nuestra vida diaria tendría un sentido muy diferente al que hoy damos y cuyos yacimientos están fundamentalmente en Asia y en particular en China, poseedora en algunos casos hasta el 90% de los yacimientos de algunas de estas “tierras raras”.

Mientras que este problema de las “tierras raras” es normal que ocupe a los grandes poderes de la Tierra, en lo que respecta a nosotros, a España y a nuestra economía, más allá de lo que nos queda por hacer, que es tanto y tan variado que no nos queda lugar para ocuparnos de asuntos que parecen de otro planeta, para nosotros digo, la “tierra rara” clave en nuestro futuro no es Cataluña a pesar de lo que pueda parecer, sino Francia.

Nuestro bello, y un tiempo próspero, vecino del norte está incubando una crisis que puede alterar tanto nuestro futuro como lo altera lo que decide nuestro Gobierno.

Más incluso. Francia está siendo objeto de análisis crítico, y la reciente portada de The Economist ha causado no poco disgusto entre las élites políticas francesas. Y digo entre las políticas, porque las económicas llevan un tiempo denunciando el declive económico francés.

Francia ha recibido un aviso alemán, que son el poder dominante, a raíz de la reciente rebaja de calificación crediticia, la efectuada hace unos días por segunda de las tres grandes agencias de calificación.

El euro puede sobrevivir a la crisis de los países del sur, incluidos España e Italia, pero no podrá nunca con una crisis similar en Francia. Francia es nuestra “tierra rara”.

No es seguro que compartamos dentro de cinco años la misma moneda que Alemania. Lo que es mucho más seguro es que compartiremos la misma moneda que Francia, se llame como se llame, de modo que convendrá seguir de cerca lo que ocurre es nuestra más cercana “tierra rara”.

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