Fermín Bocos – Vuelven Felipe y Aznar.


MADRID, 3 (OTR/PRESS)

Más allá de las circunstancias concretas que explican el por qué del regreso de Felipe y Aznar a la primera página de algunos periódicos, el hecho tiene importancia porque deviene en metáfora de la orfandad política que padece España en términos de liderazgo. En el último sondeo de opinión conocido (El País), el 71 por ciento de los encuestados desaprueban la actuación de Mariano Rajoy y el 84 la de Alfredo Pérez Rubalcaba. Ni uno solo de los ministros del actual Gabinete concita la aprobación de los ciudadanos. Quien mejor librado sale es José Manuel García Margallo, el titular de la cartera de Exteriores, un político que le echa una encomiable carga didáctica a casi todas sus declaraciones. Quizás por eso, los ciudadanos no son tan tajantes en la descalificación como con el resto de sus compañeros.

Más allá del juicio sobre la forma de gobernar de Felipe y Aznar -que pertenece ya al territorio de los libros de Historia-, si tanto llama la atención la coincidencia es porque uno y otro, en su estilo, concitaron apoyos y rechazos inequívocos. Dicho sea en el sentido más noble de la expresión: ambos acreditaron ser dos grandes animales políticos. Por contraste con lo que tenemos ahora (dentro y fuera de Gobierno) podemos establecer las señas de identidad de lo que supone un liderazgo político: discurso propio, convicciones firmes, capacidad para definir los problemas y afrontarlos sin dejarse llevar de la mano por los asesores de imagen, etc.

No hay nostalgia -en el sentido griego de la palabra: soñar con el regreso- sino constatación de un hecho. Antaño vivíamos tiempos de decisiones políticas muy controvertidas (Felipe cuando el referéndum de la OTAN; Aznar con la guerra de Irak), pero uno y otro fueron capaces de dar la medida de la fuerza de sus convicciones. Se puede discrepar de un líder político (que fue el caso de quien esto escribe y el de tantos miles de españoles tanto con Aznar como con Felipe) pero eso no impide reconocer sus indudables cualidades a la hora de ejercer el liderazgo. El contraste con la etapa actual, es tan evidente que, quizá por eso, a nadie le extraña que uno y otro sigan ocupando portadas en los periódicos.

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