Antonio Casado – Otra vez el paro.


MADRID, 5 (OTR/PRESS)

Las cifras del paro atacan de nuevo como una dramática dosis de recuerdo sobre la pertinaz sequía en el estado de ánimo de los españoles. El mes de noviembre se cerró con 74.296 personas apuntadas en la lista de quienes buscan trabajo, dejando la cifra del paro registrado en 4,9 millones. Supone un 11 % de parados más que hace trescientos sesenta y cinco días. Es el tiempo transcurrido desde que el PP formase Gobierno después de ganar las últimas elecciones generales. Más elocuentes son los datos referidos a la desafiliación a la Seguridad Social. El mes de noviembre se cerró con 205.000 cotizantes menos. Es decir, que la tasa de destrucción de empleo ha aumentado hasta el 4,2% (en octubre estaba en el 3,6%).

Detrás de las cifras están los dramas personales. Desalentador. Nadie debería alegrarse, por mucho que sean 205.000 nuevas pedradas contra Rajoy, si nos da por acudir a las hemerotecas. Ni siquiera como elemento de prueba para poner en evidencia los errores de la política económica del Gobierno. Al creciente número de familias con todos sus miembros activos en paro no les consolará en absoluto. Sin embargo el discurso oficial debería ser más prudente cuando pretende hacerles creer que con el tiempo se acabarán alegrando de las dolorosas medidas adoptadas por su bien en nombre de la austeridad.

Lo cierto es que al parado de Zapatero y al parado de Rajoy le siguen diciendo exactamente las mismas cosas a uno y otro lado de la barricada política. Las mismas, con los papeles cambiados. Hace poco más de un año el PP en la oposición calificaba de fracaso absoluto la política del Gobierno contra el desempleo, mientras que los ministros socialistas pedían confianza en una pronta recuperación de la economía. Siempre la misma cantinela en los cruces parlamentarios. Exactamente igual que ahora, pero lo que entonces decían los unos en el Gobierno ya no lo dicen en la oposición. Y lo que entonces decían los otros en la oposición ya no lo dicen ahora en el Gobierno. Hay una diferencia. El PSOE en el poder siempre insistió en declarar prioritaria la protección social mientras seguían subiendo los niveles de paro. En cambio el PP en el poder todo lo supedita a la lucha contra el déficit público, porque déficit significa deuda. Y cuando en los mercados globales flota la desconfianza sobre su calidad, deuda significa exposición a los poderes financieros del mundo, capaces de forzar la bancarrota de un país.

Se entienden los recortes por la obsesión de la austeridad. Pero hoy tenemos un ejemplo claro de cómo el gobernante se reconoce en la fijación de sus prioridades a la hora de tomar decisiones. En este caso el Gobierno ha decidido recortar en asistencia al dependiente. Es decir, se ataca un servicio público y uno de sus efectos es la pérdida de puestos de trabajo (unos 37.000 por esa causa). Por cierto, esto nada tiene que ver con la herencia recibida. Lo mismo que la reforma laboral vigente, firmada por el Gobierno del PP, creando las condiciones para un despido más fácil y más barato.

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