MADRID, 5 (OTR/PRESS)
¡Qué año estamos dejando atrás! Malo hasta decir basta. Abre uno los ojos y en el panorama público no ve más que dramas. Cuando no trampas y tramposos. No hay empresa que de una u otra manera no esté tocada por la crisis. La que no ha cerrado está haciendo un ERE y la que aguanta es de milagro. Salvo las que se dedican a la exportación o tienen sus bases y clientes fuera de España, son pocas las que se salvan de la quema. Por no hablar de los bancos. Todos los días nos están diciendo que el sector de la banca privada está saneado pero uno no recuerda otra época en la que fueran tantos los recelos y las trabas para conseguir un crédito. Nadie se fía de nadie. Todos recelan de los números que proclama el vecino. Y, la verdad, es que después de saber no ya cómo estaban las cajas de ahorro sino cómo operaban y cuál era el criterio seguido para formar cúpulas directivas y consejos de administración, lo sorprendente es que la burbuja financiera no hubiera estallado hace ya muchos años.
Si ese mundo está, con el prestigio a la altura del betún, el de la política no le va a la zaga. Los casos de corrupción que salpican a los partidos políticos se cuentan por decenas. CiU, el partido de Artur Mas, tiene su sede embargada por orden del juez que investiga el caso «Palau». El PSC tiene a un diputado nacional y a tres alcaldes bajo la lupa de otro juzgado que trata de averiguar diversos casos de presunto trato de favor y cobro ilegal de comisiones. En Galicia, otro magistrado mantiene abierto el sumario del caso «Campeón» que tiene al exministro socialista José Blanco entre los investigados. En Baleares, sigue la vista contra Jaume Matas, exministro popular y expresidente de las Islas. En Madrid todavía sigue abierto el sumario del caso «Gürtel» que proyecta sombras sobre el PP local. En Andalucía la sombra del presunto fraude de los ERE que salpica a la Junta es tan alargada que no hay día sin nuevos flecos.
Mientras tanto, con la moral baja y la vista cansada de tanto repasar en vano las páginas de los anuncios de trabajo, cinco millones y medio de españoles sufren la amargura del paro. La desazón de vivir un tiempo que no parece tener otro horizonte que la desesperanza. Ya digo, un mal año este 2012 que tardaremos en olvidar.