Fernando Jáuregui – La semana política que empieza – Esto se puede ir al garete…volando.


MADRID, 09 (OTR/PRESS)

Entre las muchas frases preocupantes que estamos escuchando en estos días de aparente galope hacia el abismo, me sonó especialmente contundente la del ministro de Industria, José Manuel Soria, advirtiendo de que «lo peor que puede pasarle ahora a España» es que se consume la proyectada huelga en Iberia precisamente en unas jornadas navideñas de fuerte impacto turístico.

Tengo a Soria, que en su Departamento también aglutina las competencias sobre el turismo, por un ministro serio, poco amigo de las «boutades» que de cuando en cuando jalonan la carrera de algunos otros miembros del Gabinete, afortunadamente los menos. No sé si esa huelga es lo peor que puede pasarle a España, este gran país al que tantas cosas malas le están pasando últimamente; pero sí pienso que la que le está cayendo a la compañía que hasta muy recientemente era la de bandera en nuestro país, es otro factor de máxima preocupación: la negociación de esta semana tiene que acabar desconvocando el paro. O, si no…

O, si no ¿qué? Pues que Iberia, como ha advertido reiteradamente su presidente, puede irse al garete. Acaso la decisión de aliarse con British, no adoptada por los actuales gestores, está enflaqueciendo más de lo debido a la compañía, y quizá también lo poco que queda de la participación estatal en la gran aerolínea ha sido remisa a tomar cartas en el asunto cuando se debían haber tomado, es decir, en el momento de la negociación con los británicos. Pero todo ello no aconseja a los trabajadores, pienso, a convocar una huelga que solo servirá para acelerar el deterioro. Y lo mismo cabría decir de la reciente huelga general, que nada ha solucionado, o de la que han mantenido los empleados de la joya de nuestra corona turística, los paradores nacionales, que esa es otra.

Me da la creciente impresión de que lo que está fallando en esta España en la que la crisis es mucho más política que económica es la negociación. Falló la entablada entre los catalanes de Artur Mas y los «monclovitas» de Rajoy, falló en materia de Justicia -y esta semana asistiremos al inicio del conflicto-, falló en la Educación -no será con desplantes toreros como se solucionen las cosas-, falló con los sindicatos -de la patronal y sus vicisitudes mejor ya ni hablar-, está fallando entre «populares» y socialistas pese al telefonazo constante entre Rubalcaba y el jefe del Gobierno… Y conste que ni se me ocurre culpar a una sola parte de este fracaso colectivo, en el que estamos, ay, implicados, por nuestra falta de compromiso, los ciudadanos de a pie, la sociedad civil, que sigue tan elefantiásica como la propia Administración y como tantas instituciones.

Así las cosas, nada me extrañaría que esta semana prosiguiésemos en la marcha hacia el intento de suicidio colectivo que provocan la falta de imaginación de ciertos líderes políticos, empresariales y sindicales; la falta de generosidad por parte de muchos; la falta de sacrificio por parte de algunos que no sean los de siempre y la falta de iniciativa por parte de todos. Y que se consume la huelga en Iberia, precisamente en estos momentos en los que la moral nacional anda más bien por los suelos que por las nubes, es un ejemplo importante de esa no tan larga marcha hacia el caos. Sé que Europa -véase lo que está ocurriendo, santo cielo, en Italia; o lo que puede ocurrir en Francia, Gran Bretaña o Alemania_ también entra con bastante mal pie en este 2013 que nos pronostican lleno de catástrofes, unos pronósticos que incluso a los optimistas como el que suscribe nos ponen los pelos de punta. Pero también sé que el nuestro no puede ser el mal de muchos, máxime cuando, encima, tantos agravantes y peculiaridades -vamos a llamarlo así_ se ciernen sobre esta nuestra crisis nacional, específica, inimitable. Lo nuestro no lo supera ni el regreso de Berlusconi.

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