Cayetano González – Urkullu, lehendakari.


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

El peneuvista Iñigo Urkullu será el quinto lehendakari del Gobierno vasco desde la transición democrática al haber sido elegido por el Parlamento vasco para ese cargo con los votos de su partido, lo cual ya es un indicio de que la legislatura que le espera al nuevo presidente del Ejecutivo vasco tendrá que estar presidida por los pactos, ya que con seguridad solo cuenta con el apoyo de los 27 diputados de su partido, el PNV, sobre un total de 75 que conforman la Cámara vasca. De esta manera el PNV recupera el poder después de un paréntesis de casi cuatro años en que por primera vez en la historia de Euskadi, el lehendakari no fue nacionalista. El socialista Patxi López ha sido el inquilino de Ajuria-Enea desde abril del 2009 hasta ahora, gracias al apoyo que le prestó el PP.

La principal y triste novedad de esta legislatura vasca radica en el hecho de que la franquicia de ETA en las pasadas elecciones vascas, la coalición EH-Bildu, será la segunda fuerza política en el Parlamento vasco y, con toda seguridad, una buena parte de sus iniciativas parlamentarias irán destinadas a reescribir la historia de dolor y sufrimiento que ha sufrido el País Vasco durante los últimos cincuenta años debido a la actividad terrorista de ETA en base a un falseamiento del relato histórico en términos de que ha habido violencia por «las dos partes»; en términos de equiparar a las víctimas y a los verdugos; en términos de que no haya vencedores ni vencidos.

El nuevo lehendakari ha puesto el acento en su discurso de investidura en la necesidad de centrar la acción de su gobierno en la recuperación económica, dejando en un segundo plano las cuestiones de tipo identitario. Siendo cierto que el discurso y el plan de gobierno de Urkullu se aleja bastante de la aventura soberanista en la que está embarcado Artur Mas en Cataluña, no habrá que olvidar que, hoy por hoy, el PNV sigue siendo un partido nacionalista y que en su ADN ideológico sigue portando el objetivo de Euskadi como un país independiente de España. Otra cosa es que en el momento actual, ese ideal independentista no sea su objetivo prioritario. Incluso le viene bien que sea el Gobierno de CIU y ERC liderado por Mas el que haga de avanzadilla y planteen ese pulso al Estado para ver que pasa.

A los partidos constitucionalistas en el País Vasco les esperan cuatro años complicados después del retroceso sufrido en las urnas. El PP vasco ha pasado a ser un partido prácticamente irrelevante y muy poco influyente, ya que sus diez escaños no sirven para conformar una mayoría con el PNV. En cuanto al PSE, sí puede llegar a acuerdos con Urkullu y desde una óptica democrática y de Estado, siempre será mejor esa alianza que la que pudieran llevar a cabo el PNV y EH-Bildu.

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