Fermín Bocos – El don de la oportunidad.


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

Amén del arte de lo posible, la buena política es fruto maduro de la oportunidad. Cuando hablamos del «don de la oportunidad» señalamos la habilidad de quien administra con maestría, lo que coloquialmente llamamos la «inteligencia de la situación». Maestría que para sorpresa de propios y extraños no están acreditando dos ministros que, hace ahora un año, cuando Mariano Rajoy procedió a organizar su primer Gobierno, despertaron muchas expectativas. Hablo de los titulares de Justicia y Educación. El primero, Alberto Ruiz Gallardón, llegó aureolado de fama de «verso suelto» respecto de la ortodoxia del PP. Todos los perfiles de aquellos primeros días coincidían en señalar su talante de hombre conciliador, poco dado a políticas sectarias. Se decía más. Se decía que el ministerio podría ser el trampolín para coronar su nada oculta ambición presidencial y, por aquel entonces, no recuerdo haber leído grandes reproches acerca de esa ambición no disimulada. Lo que va de ayer a hoy es que, un año después, Gallardón tiene en pie de guerra y de huelga a todas las asociaciones de jueces, fiscales, secretarios de juzgado y también a los colegios profesionales de abogados, en razón de sus iniciativas para cambiar el marco legal en el que opera la Justicia. Ha batido un récord pisando todos los callos al mismo tiempo. Aunque defiende con astucia su proyecto de cobro de tasas con el argumento torticero de que los togados están cabreados porque se les quita una paga y se les recortan días de asueto, lo cierto es que analizando la situación en perspectiva y a juzgar por todo lo que se le enfrenta es él quien parece ser el conductor que se ha equivocado y circula en dirección contraria por la autopista. Sin duda, le ha fallado el cálculo de la situación.

Lo mismo puede decirse de su compañero de Gabinete José Ignacio Wert. Lo suyo ha sido un clamoroso fallo a la hora de calcular el momento procesal idóneo para presentar su Ley de Educación. Ley que si bien en lo que concierne a la situación de las lenguas de uso en Cataluña, lo que pretende es que se cumpla una sentencia del Tribunal Supremo que insta a garantizar la enseñanza del castellano en pie de igualdad con el catalán, el momento elegido para anunciar el proyecto no ha podido ser -políticamente hablando- más inoportuno. Justo cuando Artur Mas estaba hundido tras el estrepitoso fracaso de CiU en las elecciones del 25 N. La iniciativa de Wert ha venido a rearmar dialécticamente a los partidarios de la vía soberanista. Les permite, como digo, resarcirse del varapalo sufrido en las urnas. También aquí falló el don de la oportunidad. La muleta del tiempo es más útil que el afilado palo de Hércules. Baltasar Gracián «dixit».

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