Rafael Torres – Al margen – Rato y el fin del mundo.


MADRID, 17 (OTR/PRESS)

El jueves, Rato declara en la Audiencia Nacional, y el viernes, se acaba el mundo. Vaya por dios. A Rato, Rodrigo Rato Figaredo, esa circunstancia apocalíptica le viene de perlas, pero si la profecía maya se cumple (cosas más raras se han visto, como, por ejemplo, que Rajoy gobierne un país), el juez Andreu no podrá dilucidar su responsabilidad, así como la del resto de los destructores de Bankia, en la quiebra de la entidad, ni, a su rebufo, en la quiebra de la nación entera, exceptuando de ésta a los pudientes que se salvan de la «crisis» por beneficiarse notablemente de ella. Imputado por la presunta comisión de cuatro delitos gravísimos, que no por ser de índole económica no traducen sus efectos en hambre, enfermedad y miseria para sus víctimas, cabe la posibilidad de que le salve la campana postrera.

Rodrigo Rato, eminente e insaciable privatizador en su etapa de gobierno con Aznar, del que fue mano derecha, no pudo sustraerse a esa acendrada inclinación durante su presidencia de Bankia: privatizó, como si dijéramos, las siete Cajas de Ahorros que se agavillaron en el BFA, matriz de la entidad, mientras socializaba vía FROB, presuntamente, las pérdidas que, por otra parte, procuraba ocultar en sus balances. En fin, un lío, pero un lío que hoy estrangula a los ahorradores y a los accionistas estafados, a los desahuciados de sus casas, a los empleados con un pie en la calle, y a todo un país demediado por los «recortes» prescritos por sus rivales, Rajoy/De Guindos, como medicina brutal, invasiva, de terribles efectos secundarios, para atajar lo que pudo haberse quedado, sin ellos, y sin Zapatero también ciertamente, en poco más que un catarro.

En esa cosa hereditaria, a dedo, que el PP entiende por política, Rato estuvo en un tris de suceder a Aznar, aunque las urnas le habrían dejado, como a Mariano, compuesto y sin novia, aunque con niña, aquella niña de Rajoy que hoy está en paro, y sus padres sin casa y estafados por las Preferentes. También Ignacio González, hoy sucesor también a dedo de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid, estuvo a punto de presidir Caja Madrid en vez de Blesa, en cuyo caso tampoco puede saberse qué fue peor. La cuestión es que el jueves declara Rato en la Audiencia, y el viernes puede que al mundo le pase algo peor que acabarse: que siga igual.

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