El descrédito de los políticos.


MADRID, 26 (OTR/PRESS)

La vida se complace en la ironía. Habló el Rey invitando a la restauración del crédito perdido por la política, los políticos y las instituciones y hoy sabemos que su discurso navideño tuvo menos audiencia que el de otros años. Bastante menos. Para algunos podría ser la prueba, una más, del creciente desinterés de una parte importante de los ciudadanos respecto de la política y de cuanto significa. Caben otras interpretaciones. La más inmediata es que respecto de la política y sus principales actores (el juego lleva implícito el funcionamiento de las instituciones), las noticias que reciben los ciudadanos son casi todas malas. Con la excepción de las Fuerzas Armadas, rara es la instancia o institución que no se haya visto salpicada por casos de corrupción, juego sucio, nepotismo o una mezcla de todos estos elementos indeseables. Los grandes partidos políticos, como instituciones democráticas llamados a fomentar la transparencia y la probidad, no han estado a lo largo del año a la altura de esos objetivos.

En diferentes grados, al PP, al PSOE y a CIU les persigue la sombra de la corrupción. Todos tienen a algún dirigente procesado o imputado en casos de corrupción y en vez de cortar por lo sano se enzarzan en batallas de cierre de filas con discursos en los que prima el cinismo y el «y tú más» con el que se señalan las vergüenzas ajenas al tiempo que ocultan las propias.

Si hablamos de otras instituciones, las grandes instancias de la Justicia (TC, presidencia del Supremo y CGPJ) tampoco dejan atrás su año más brillante. Y si ajustamos el punto de mira a algunas comunidades autónomas (caso de Andalucía con el escándalo de los «ERE») o a ciertos ayuntamientos (el de Madrid y la tragedia del Madrid Arena) vemos como el crédito político que acompaña a sus respectivos responsables, está por los suelos.

Una manifestación más del preocupante desinterés de los ciudadanos por la política y por cuanto atañe al funcionamiento de las instituciones es la progresiva disminución de audiencia del discurso navideño del Rey. Se cosecha lo que se siembra y la gente, que lo está pasando francamente mal por lo abultado del paro, la pérdida de derechos laborales y los recortes salariales, ya no perdona una. Pasa de zalamerías cortesanas. De ahí que el juicio sobre personas e instituciones sea sumarísimo.

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