Fernando Jáuregui. Siete días trepidantes – La Pascua de este Rey.


MADRID, 05 (OTR/PRESS)

Pocas veces la Pascua militar habrá suscitado tanta expectativa como la actual. Los españoles han comprobado, a través de la entrevista televisiva del viernes por la noche, que el Monarca está en buen estado de salud y que existe una operación para potenciar su imagen, presumiblemente montada por el personal, inteligente y preparado, que se ha ido incorporando a La Zarzuela. Conviene poco, o más bien nada, el hundimiento de la popularidad del Jefe del Estado precisamente cuando más falta hace. Por eso, quizá, se cuida hasta el extremo cualquier aparición pública de Juan Carlos de Borbón, quien, en mi opinión, inicia ahora un año aún más complicado que el acaba de concluir.

Tengo la impresión de que lo que está haciendo el Rey es enviar mensajes que podrían resumirse en un «yo sigo», o similar. Frente a opiniones que hablaban de la conveniencia de una «abdicación paulatina», don Juan Carlos ha hecho llegar un par de mensajes a los españoles en el sentido de que no se ha planteado poner fin a su reinado personal abdicando en su hijo Don Felipe, a quien todos consideran bien preparado y en su madurez intelectual. Puede que en la mentalidad real no queda el concepto «abdicación» -que es muy duro para quien porta la Corona-. O puede que el Jefe del Estado sea consciente de que su presencia sigue siendo necesaria en estos tiempos de tribulación en los que, según la máxima ignaciana, no conviene hacer mudanza. El caso es que todo indica que el Rey sigue y que en los próximos meses, semanas o días continuará mandando mensajes, más o menos subliminales, en este sentido.

Comprendo que los españoles miren, miremos, con máxima atención este proceso, y que sigamos casi con pasión cada paso que da el Jefe del Estado, a quien el tiempo y otros desgastes van produciendo los lógicos estragos. Esta Navidad ha sido importante para él (y para nosotros): su mensaje de Nochebuena fue un serio toque de atención a la clase política, aunque nadie parece haberse apercibido de ello, y su comparecencia en una entrevista con Jesús Hermida vino a decir, en el cuidadísimo montaje del programa, que aquí no conviene ahora hacer movimientos que pueden ser desafortunadas aventuras. Algunos creemos que sí son necesarios algunos pasos de estadista, aunque conlleven un riesgo -toda acción en profundidad tiene sus aristas peligrosas-. Pero ahora la tesis parece ser la de amarrarse al palo mayor hasta que pase la tormenta. Confiemos en que no se hunda la nave.

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