Antonio Casado – La imagen averiada del Rey.


MADRID, 7 (OTR/PRESS)

Si nadie lo explica mejor quedará flotando la idea de que los indignados por el desigual reparto de los sacrificios frente a la crisis económica se han convertido en un peligro para la seguridad nacional. De otro modo no acaba de entenderse la apelación del Rey a la necesidad de que las Fuerzas Armadas se mantengan vigilantes porque «la actual crisis económica actúa como una amenaza para la seguridad nacional».

En consecuencia, don Juan Carlos ha animado a las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil a «priorizar el esfuerzo para mantener las capacidades militares que garanticen una disuasión verosímil en defensa de los intereses de España». Uno siempre había relacionado las capacidades militares con la defensa del territorio frente a agresiones exteriores y del ordenamiento constitucional frente a las agresiones interiores. Nunca con una crisis económica. Salvo que de la crisis puedan derivarse esa doble amenaza interior y exterior ¿Se trata de eso?

Si fuera así, cobraría sentido otra de las chocantes afirmaciones que se escucharon con motivo de la Pascua Militar. En este caso, proferida por el ministro de Defensa, Pedro Morenés. En su discurso ante el Rey, el presidente del Gobierno y las cúpulas militares, Morenés se descolgó con una innecesaria referencia al «ánimo firme y sereno» de los militares frente a «absurdas provocaciones». Como la imaginación es libre, todos nos hemos apresurado a relacionarla con el desafío al Estado por parte de los nacionalistas catalanes.

Sin embargo, el supuesto recado del ministro Morenes a los nacionalistas es tan ambiguo como el supuesto recado del Rey a los indignados por la crisis económica. Si además vinculamos las palabras del ministro a la preocupación por las «políticas rupturistas», expresada por el Rey en TVE unas horas antes, sin más precisiones sobre el destinatario, se acabará entendiendo la perplejidad de quienes reprobamos la peligrosa tendencia de algunos a mezclar a las Fuerzas Armadas en contingencias de carácter político o económico. No procede.

Lo que faltaba para completar el patinazo que, en términos de imagen para la figura del Rey y el prestigio de la Corona, ha supuesto la reciente entrevista televisada de Jesús Hermida a don Juan Carlos. Se vinieron arriba los republicanos y aumentaron los partidarios de la abdicación. Rechazo mayoritario en las redes sociales y opiniones condescendientes en la Prensa convencional. Ese fue el balance de la citada entrevista, que no pasará a la historia del pensamiento político.

La conversación con el veterano periodista, elegido por el propio Rey, resultó poco creíble, según la percepción generalizada en la calle y en los medios de comunicación. Se quedó en un enésimo repaso a tiempos mejores. Difíciles pero mejores por su airoso desenlace, tantas veces celebrado. En cambio sólo hubo faena de aliño para los graves problemas de la España de hoy, incluido el de la desafección monárquica.

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