MADRID, 12 (OTR/PRESS)
Ha bastado un email de este personaje que se llama Diego Torres para que, de nuevo, el Rey vuelva a estar en boca de todos. Nada más lógico que cuando uno se enfrenta a la Justicia trate, por todos los medios, de poner encima argumentos para su defensa. Sin embargo Torres lo que ha puesto encima de la mesa son argumentos para el cotilleo. ¿Es delito que la tal Corina acuda a un determinado acto? Mientras no se demuestre lo contrario, no lo es. Lo único que indica es la imprudencia de Corina y las mallas chanchulleras -estas si que son susceptibles de ilicitud- que han rodeado el llamado caso Urdangarin. El propio Torres y sus abogados saben que la presencia de Corina en tal o cual acto, en sí mismo, no aporta nada al fondo del asunto. Saben, sabemos todos que mentar a Corina es dar que hablar, que resulta poco edificante y que más allá de la calificación jurídica que merezca el llamado caso Noos que es tanto como decir el caso Urdangarin ha hecho y está haciendo un daño excepcional a la Casa Real y, por tanto, a la Monarquía.
Torres trata de chantajear y ensuciar. Quiere morir matando y este punto de partida hay que tenerlo muy claro a la hora de valorar los papeles que dice que tiene y que, al parecer, trata de ir haciendo públicos poco a poco. No sé si el juez tiene, en esta cuestión, algún margen de maniobra, pero no estaría de más que desde ahora mismo pidiera todo el material que Torres dice tener.
Lo cierto es que aparecer el nombre de Corina y acto seguido dispararse las especulaciones hasta el extremo de atribuir a la publicación del papel en cuestión el no viaje del Rey a Abu Dhabi. Nada más lejos de la realidad. El Rey no viaja porque físicamente no debe hacerlo, después de tres operaciones de cadera en un año, pero resulta que este argumento no es suficiente y de nuevo comienza la especulación sobre su estado de salud. Javier Ayuso, responsable de comunicación de Zarzuela, es contundente: «la salud del Rey es cuestión de Estado y no nos podríamos permitir la licencia de no decir la verdad. El Rey no viaja, ni va a viajar a corto plazo porque su recuperación va más lenta de lo previsto, pero nada más. Tiene -indica Ayuso- dos sesiones de rehabilitación al día. Una por la mañana y otra por la tarde y a lo largo del día anda mucho aunque, eso sí, hay que recordarle que no debe hacer determinadas cosas. Pretendía ir mañana -por hoy- al funeral del militar muerto en Afganistán pero no debe hacerlo y no lo hará. Va el Príncipe».
Para que no falte detalle, antes de la última operación estuvo sometido a un largo tratamiento con cortisona para atajar los dolores y la inflamación que le producía la artritis reumatoide «pero ya la ha dejado y ahora es solo cuestión de tiempo que la hinchazón de la cara se le baje, además ha engordado un poco…». Ni el Rey está enfermo y ni Corina va a condicionar la agenda que se vaya estableciendo. Todo el daño que los propios errores podían hacer a la figura del Rey, ya está hecho. Si las cosas marchan bien; es decir, si su recuperación avanza al ritmo deseado y los médicos le dejan, el 23 de Enero estará presente en el acto de recepción al Cuerpo Diplomático.
Bastantes problemas tenemos en España como para perder un segundo con las andanzas de Corina. Lo importante, lo sustancial, es que el caso Urdangarin se resuelva en la Justicia cuanto antes y que cada cual asuma su responsabilidad y así poder pasar página a un asunto más que bochornoso y vergonzoso hasta límites no descriptibles.