Pedro Calvo Hernando – La gran corrupción.


El superescándalo de las cuentas multimillonarias de Luis Bárcenas, de las que pagó sobresueldos en negro a la cúpula del PP (mi enhorabuena al diario «El Mundo» por el espléndido scoop), supera todo lo imaginable y coloca al partido de Rajoy entre la vergüenza pública y los grandes delitos de corrupción. Como ha dicho Esperanza Aguirre, ante una crisis institucional gravísima. Bárcenas mintió a lo bestia y sus mentiras fueron creídas por la plana mayor de su partido. No se ha conocido en la historia de nuestra democracia nada comparable con la corrupción en el seno del PP. Solo Gürtel, con sus diversas ramas central, valenciana, madrileña, castellana, era ya el mayor monumento al robo a mano no armada y a la sinvergonzonería multicéfala. Cualquier comparación con Filesa, con la familia de Jordi Pujol, con los inventados informes en torno a Artur Mas, por ejemplo, es una burla burda e idiota a la inteligencia. Recordar ahora las exigencias de dimisiones, ceses y cárceles por parte del PP en casos de otros es algo que no resiste el más benigno análisis del más tonto de los analistas.

No lo han hecho todavía, pero yo quiero ver de inmediato a Rajoy, Cospedal, Soraya S. de S., Floriano y compañeros mártires reconociendo los hechos gravísimos, pidiendo perdón postrados de humildad y dimitiendo ellos y muchos otros que hubieran participado en el festín, consentido y/o callado en estos últimos años. Y si no lo hacen, que callen para siempre. La reacción de Esperanza Aguirre ha sido la más clara y contundente: investigar hasta el final, caiga quien caiga, por la crisis institucional aludida y -añado yo- por el brillo de la justicia. A parte de la necesaria exigencia de responsabilidades. Creo que estamos ante los hechos más graves, aunque no los únicos, como lo de Galicia, Baleares en torno sobre todo a Jaume Matas, o Madrid. Van a perder las próximas elecciones que haya, pero yo quisiera que perdieran por estos asuntos más que por su torpeza y malignidad, que también, en la administración de la crisis económica, algo que es intolerable pero un poquito menos.

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