MADRID, 19 (OTR/PRESS)
Cada día tiene su afán y en los últimos tiempos, su bomba informativa. La ultima, cuando se escriben estas líneas, es la llamada «bomba Bárcenas» que de acuerdo con los informaciones conocidas, no sólo tenía la famosa cuenta opaca en Suiza, nada menos que con 22 millones de euros. Además, y siempre según informaciones periodísticas, durante años se encargó de dar «sueldos», también en negro, a dirigentes del Partido Popular y, para colmo, mantiene despacho y coche en Génova. Al final todo sabe y en este escandaloso asunto ocurrirá lo mismo. Todo se sabrá.
La «bomba Bárcenas» va a dar mucho de sí propiciando al PP días amargos. En la reunión de ayer en Almería se notaba la desolación y el enfado. María Dolores de Cospedal tuvo que alentar a los suyos. «No os preocupéis. En este partido quien la hace la paga». De momento, el PP tiene que recuperarse del susto propiciado por Bárcenas e informaciones siguientes pero de manera urgente dar más explicaciones de las dadas hasta ahora y sin solución de continuidad no dejarse chantajear ni por Bárcenas ni por nadie.
Las explicaciones deberían ser el relato exacto de los acontecimientos que internamente se produjeron hasta que Bárcenas fue dimitido y las decisiones tendrán que ser muy determinantes, sin descartar acudir al juzgado si vieran materia de denuncia. Cualquier cosa menos tener miedo a Bárcenas que en su defensa _la ley se lo permite– puede, incluso mentir. Como al final todo se sabe, el PP debe adelantarse a los acontecimientos y «desnudarse» ante la opinión pública y asumir el riesgo de tener que reconocer _si así fuera_ las vergüenzas internas.
Parece inevitable que cada cual tienda a proteger a los suyos. Cuesta aceptar que una persona que ha estado años en un partido, con el que se ha convivido todos los días puede llegar a los extremos que ha llegado Bárcenas. En tiempos pasados, al PSOE le pareció algo ocurrido cuando le estallaron los casos de corrupción, por no hablar del terrorismo de Estado. Sin embargo la experiencia demuestra que los malos, los pillos, los delincuentes de cuello blanco tienen una característica en común que no es otra que no parecerlo.
Para la oposición, la «bomba Bárcenas» es un bombón político y están en su papel pedir explicaciones, pero llegar a pedir la dimisión del ministro de Hacienda si se demostrará que la amnistía fiscal ha sido no solo aprovechada, sino pensada en Bárcenas es pasarse de frenada y desde luego algo fuera de lugar tratar de involucrar al Presidente del Gobierno al que si de algo se le puede acusar es de ser un «bienpensante» porque a él como a cualquier persona decente no le podía caber en la cabeza semejante comportamiento.
Por lo demás, no estaría mal que aquellos que hubieran podido recibir sobresueldos opacos salieran a la luz. No estaría mal que los más lenguaraces del partido, que se sienten por encima del bien y del mal, actuaran con más prudencia. Tengo la convicción de que si tanto Rajoy como Cospedal hablaran, es probable que muchos que hablan mucho comenzarían a hablar menos.
El Partido Popular tiene ante sí un reto en la que se la juega y debe aceptar el reto aunque le cueste sangre, sudor y lágrimas. Hay ocasiones en las que todo se tiene que poner mal, muy mal, para que la situación se enderece. Las gentes buenas y honradas del PP están perplejas y desoladas. A ellas, y al conjunto de la opinión publica, se tienen que dirigir los responsables del partido aunque para dar la tranquilidad que se merecen los honrados, deban romper más de un plato. Y por ejemplo, comprometerse a investigar a sangre y fuego el supuesto cobro de sobresueldos, de manera que se hagan buenas las palabras de Cospedal: «en este partido, quien la hace y la paga».