Julia Navarro – Escaño Cero – 45.


MADRID, 30 (OTR/PRESS)

45 es uno de esos números redondos que al parecer llaman a la reflexión si son los años que cumple un príncipe, en este caso Felipe de Borbón. Si además coincide con la abdicación de la Reina de Holanda cuya consecuencia inmediata es que su hijo Guillermo, con 45 años, asumirá la Corona, entonces las especulaciones están servidas.

La pregunta que plantean algunos analistas políticos es si en nuestro país no ha llegado también la hora del relevo, es decir si don Juan Carlos no debería de dar un paso atrás para que su hijo dé uno adelante.

Si yo tuviera que contestar a esa pregunta recordaría aquella máxima de los jesuitas de que en tiempos de tribulaciones mejor no hacer cambios. Y es que la realidad es la que es y en este momento la Monarquía como institución no pasa por su mejor momento. La causa no es otra que los propios errores de los miembros de la Casa Real. Hasta hace unos años contábamos con una Monarquía que nos parecía ejemplar. Alejada de cualquier escándalo y con los Reyes convertidos en los mejores embajadores de España. Se cuidaba al milímetro sus viajes, sus participaciones en actos institucionales, su relación con los ciudadanos. Además, se sabía que el Rey era el mejor abanderado de los intereses españoles fuera de nuestras fronteras y que gestiones discretas del Monarca podían desbloquear situaciones de tensión con tal o cual país o hacer caer del lado de la balanza de España algún contrato importante para el comercio español.

Pero un buen día los miembros de la Casa Real pasaron de las páginas de los periódicos a las de papel «couche» y lo que es peor ahora han vuelto a la de los periódicos pero por sus errores políticos o por estar afectados, como es el caso de Iñaki Urdangarin, en una trama de corrupción.

Las encuestas señalan el creciente desafecto a la Monarquía. Hay una generación, la de la Transición, que es «juancarlista» que no monárquica, y hay una nueva generación que no se siente concernida ni por la Transición ni por el papel fundamental que jugó don Juan Carlos. Por tanto, es evidente que cada día que pasa aumenta la distancia ente los ciudadanos y una institución, la Monarquía, que hasta hace bien poco contaba con un amplio consenso social. Pero insisto en que la causa de ese distanciamiento hay que buscarlo en primer lugar en los errores de los miembros de la propia Casa Real.

La cacería de elefantes en Botswana, el descubrimiento de que don Juan Carlos y doña Sofía van cada uno por su lado, el caso Urdangarin, han mermado, no ya la confianza sino el aprecio, de los ciudadanos en la institución.

Hay quienes creen que los problemas de la Monarquía se arreglarán de la noche a la mañana si el Príncipe se convierte en Rey. Y quienes defienden esta opción no dejan de repetir que nunca ha habido un príncipe mejor preparado en la historia de España. Digo yo que ¡faltaría más!. A Felipe de Borbón le han preparado para ser rey desde que nació, de manera que es de suponer que se sabe la lección. Pero el Príncipe tiene aún que ser conocido y conocer a los ciudadanos, tiene que ser capaz de establecer una relación de empatía, en definitiva tiene que caer bien. Lo mismo su esposa, Leticia Ortiz, que a fuerza de querer tener buena imagen aparece cada día más envarada y artificial.

Felipe de Borbón hará mal en hacer caso a quienes le halagan y le dicen no la verdad sino lo que creen que le puede gustar. Pero volviendo a si es o no el momento del relevo, ya digo que en mi opinión creo que la crisis no solo económica sino política, institucional y de valores que hay en nuestro país, deberían aconsejar cuando menos prudencia. Un relevo ahora podría abrir el melón del debate sobre la Monarquía y hay que preguntarse si en estos momentos es el debate que más nos conviene. Porque no nos engañemos, a pesar de todos sus errores nadie cuestiona que don Juan Carlos sea Rey hasta el último minuto de su vida. Pero después, sin duda, habrá voces que reclamen una reflexión y un debate sobre el modelo de Estado.

No dudo que Felipe de Borbón tiene preparación y cualidades para heredar a su padre, aunque también apunto que un barco no se sabe si es bueno hasta que no se prueba en la mar.

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