Rosa Villacastín – El Abanico – Siempre nos quedará el humor.


MADRID, 7 (OTR/PRESS)

Somos muchos los ciudadanos que hemos encontrado refugio en el humor de Pablo Motos, de Wyoming, de José Mota, en un intento desesperado por huir de la realidad que nos envuelve, nos ahoga, nos asquea y llena de indignación. De ahí el aumento de audiencia de El Hormiguero, El Intermedio y la Noche de José Mota. Programas que siendo muy críticos con la corrupción y los corruptos, consiguen arrancarnos una sonrisa, incluso una carcajada, que te permiten relajar la tensión acumulada después de meses oyendo hablar de lo que ha cambiado nuestra vida, de lo que cambiará en un futuro ya que nadie ve salida alguna al maldito túnel de la crisis. Un panorama sombrío que ellos intentan dulcificar con inteligencia e imaginación, pese a que la situación está acabando con nuestras esperanzas. Lo que obliga a esos seis millones de parados a poner en marcha una economía de guerra.

Dice la doctora Maria Teresa Guardiola, especializada en Medicina Natural -y que sigue en activo pese a haber cumplido 93 años-, que en la vida no hay nada que te espabile más, que te haga más valiente, que la necesidad. Tiene toda la razón. Olvidémonos de segundas viviendas, de viajes a Nueva York a comprar convulsivamente, y centrémonos en vivir con lo que tenemos, mucho o poco, mirando cada euro que gastamos, disfrutando de las pequeñas cosas, conservando lo útil y desprendiéndonos de todo lo que no nos sirve pero que puede ayudar a otras personas a sobrevivir: ropa que lleva tiempo colgada en el armario, comida que no consumimos y que puede ser vital para quién no tiene nada que llevarse a la boca, ya que aumenta el numero de familias que hasta hace un año vivían sin demasiados agobios y hoy te los encuentras pidiendo por la calle. Una situación que parte el alma y que es más frecuentes de lo que imaginamos, pues según me comentaba una asistente social, que trabaja en un centro de ayuda a los más necesitados: «Cada día son más los mayores, con pensiones mínimas, que se acercan a estos centros pidiendo un plato de comida, que a veces se llevan a su casa para dárselo a sus hijos o sus nietos. Es más son muchas las familias que han sacado a sus padres de las residencias porque no pueden pagarlas y porque con ese dinero viven o malvive toda la familia».

Esta es la otra cara de la España real, que por lo que parece a nadie le quita el sueño, y menos que a nadie a esos políticos que se apresuran a hacer recortes y más recortes sin pensar que la mayoría de ellos no sirven más que para empobrecer a la población. Una población desencantada que ve como los mismos que permitieron que Bárcenas se hiciera de oro, miran para otra parte cuando se trata de ver la dura realidad de nuestro país.

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