Fermín Bocos – El corto vuelo de Rubalcaba.


MADRID, 13 (OTR/PRESS)

Los tres pilares sobre los que se apoya del juego parlamentario son la oratoria, la estrategia y la imagen. De esta última son esclavos todos los políticos porque es el público, los ciudadanos, quienes administran las puntuaciones; en la segunda reside la comodidad de los grupos que disponen de mayoría en el Congreso y aquellos, que tienen alguna posibilidad de conseguirla mediante pactos con otros partidos representados en la Cámara. La oratoria, por último, es un don ajeno a la aritmética y una palanca para convertir el agua parlamentaria en el vino que luego reflejan las encuestas.

Ni Azaña ni Castelar tienen escaño en el Congreso, pero en esta legislatura hay buenos parlamentarios. Mariano Rajoy lo es cuando deja en casa la displicencia con la que suele despachar las sesiones de control. Tampoco Pérez Rubalcaba se maneja mal en las artes oratorias aunque últimamente trabaja más la frase para el telediario que la idea para el diario de sesiones. Los dos están atravesando por un mal momento. Aunque la mayoría parlamentaria, que le sirve de coraza, le pone a resguardo de sobresaltos, Mariano Rajoy comparece tocado en todas las encuestas. Su popularidad está en mínimos y su desgaste solo es comparable al de Rubalcaba, circunstancia que explica por qué respondió con acrecida displicencia a la petición de dimisión formulada por el líder del PSOE.

Una petición que algunos observadores consideran que ha sido planteada fuera del marco que la habría dotado de mucha más resonancia: una moción de censura. Aún sabiendo que en razón de actual aritmética parlamentaria no prosperaría, habría creado un escenario en el que quien censura debe ofrecer una alternativa y ese discurso puede calar en la opinión pública. Felipe González lo consiguió en su día pese a perder la votación. Puestos a hacer el gasto, pidiendo la dimisión del presidente del Gobierno ¿por qué Rubalcaba no se atreve a plantear una moción de censura? Probablemente porque es consciente de la falta de credibilidad política que sufre el Partido Socialista.

El personal tiene memoria y, por poner solo un ejemplo, recuerda que hace solo un año que el PSOE de Zapatero gobernaba en el país y tuvo tiempo para indultar a algún banquero pero no para cambiar la Ley Hipotecaria que permite los lanzamientos sin piedad en los desahucios. Poco o nada de lo que prometiera desde la tribuna el actual líder socialista resultaría creíble porque los últimos siete años de gobierno de Zapatero con Rubalcaba de vicepresidente y ministro, están, como digo, muy frescos en la memoria. Por eso ha elegido para pedir la dimisión del presidente del Gobierno una ocasión parlamentaria menor -la sesión de control- en la que se sabe de antemano que el margen para el vuelo oratorio está tasado y el formato de réplicas apenas da ocasión para algo más que para salir en el telediario y conseguir un titular de periódico.

Si ese era el objetivo habría que concluir que, como estratega, Rubalcaba cada vez está más desorientado. Mucho revuelo para tan corto vuelo.

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