Antonio Casado – Torres, por elevación


MADRID, 18 (OTR/PRESS)

El ex socio de Iñaki Urdangarín tiró por elevación en su comparecencia judicial del viernes pasado. Demasiado burda su estrategia de implicar a las más altas instancias de la Nación como una forma de suavizar su horizonte penal. Al menos, garantizarse una igualdad de trato con el yerno del Rey. En román paladino se habla de chantaje a la Casa Real pero vamos a dejarlo en maniobras testificales en defensa propia.

Esa es, en mi opinión, la interpretación de la larga comparecencia de Diego Torres, el referido ex socio de Iñaki Urdangarín en el ya famoso Instituto Noos, ante el juez Castro y el fiscal Horrach, el viernes pasado en Palma de Mallorca. Con sus doscientos correos electrónicos al servicio de la causa. Y es fundamental fijar, como punto de partida, el hecho de que no podemos tomar como verdades reveladas las manifestaciones de Torres. Sobre todo la de mayor cuantía: aquella que sugiere que «todo estaba tutelado por la Casa Real». Entre col y col, la bomba.

Una insinuación muy grave que, una vez más, pone de manifiesto las dificultades de la Casa Real para desmentir por vía oficial semejantes acusaciones, lo cual sentaría la apariencia de que la Corona se pone al nivel del Diego Torres. Es una de las servidumbres del equipo que se ocupa de la comunicación en el Palacio de la Zarzuela.

No tendría sentido, por ejemplo, replicar a movimientos de Torres tan burdos como el de mezclar a la reina, doña Sofía, sólo porque el tipo de impresora que utiliza le fue aconsejado por la Casa Real a Urdangarín y Torres. O el de querer meter en danza al príncipe de Asturias porque en cierta ocasión elogió alguno de los deportes que el instituto Noos quería promocionar.

En todo caso, algo sí ha quedado suficientemente acreditado. La opinión pública sabe que en un momento determinado, mucho antes de que las trapacerías de Urdangarín y su socio saltasen a la opinión pública, la Casa del Rey frenó en seco las actividades del duque de Palma. Justamente cuando en Zarzuela empezó a tomar cuerpo la sospecha de que aquellas actividades se estaban convirtiendo en una descarada utilización de su real parentesco para enriquecerse con la cobertura de una benemérita entidad «sin ánimo de lucro».

El caso es que la Corona vuelve de nuevo a estar en las coplas. No es buena noticia pero es lo que hay. Probablemente porque la Corona se lo ha buscado. Lo demás es producto de la ruptura entre dos viejos amigos y socios del Instituto Noos, Urdangarín y Torres, primeros actores de una comedia destinada a acabar mal. Más creíbles son las referencias de Torres a la infanta Cristina, como corresponsable de los negocios del marido. Es de sentido común que estaba al corriente. Eso ya lo sabían los ciudadanos, pero ahora cobra relevancia judicial.

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