Carlos Carnicero – El PSOE en la travesía del desierto.


MADRID, 18 (OTR/PRESS)

El PSOE que lidera Rubalcaba tiene por delante un árido camino de regeneración para conquistar el respeto de la ciudadanía. La máxima depuración de las responsabilidades políticas se ejecuta en las urnas. Cuando un partido recibe un castigo electoral, los ciudadanos, con su rechazo, ejercen esas responsabilidades. Pero no es suficiente; luego viene el camino de las rectificaciones que sus militantes consideren imprescindibles para aspirar a recuperar esa estima electoral.

El PSOE está en estado de coma. La comparecencia pública de dos dirigentes socialistas, Beatriz Talegón y Juan Fernando López Aguilar, en una manifestación convocada por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) fue expresiva de la situación de los dirigentes socialistas, que pueden llegar a tener problemas en su exposición pública.

Muchos ciudadanos no solo no están dispuestos a votar al PSOE sino que no les perdonan los errores que cometieron, desde una perspectiva política de izquierda, en su gestión de gobierno. Dos consideraciones. Ahora el PSOE no tiene responsabilidad en las decisiones del Gobierno de Rajoy. Su obligación es ejercer el control y la oposición a quien ocupa hoy esas responsabilidades. Los ciudadanos juzgarán las actuaciones del PSOE y tendrán en cuenta el rescoldo de sus actos cuando eran gobierno.

Nadie tiene derecho a agredir a nadie por un elemental sentido de la tolerancia, sin el cual la democracia no puede ser civilizada. Pero el respeto perdido no se recupera sino con acciones contradictorias a aquellas que provocó su pérdida. Si los dirigentes de un partido apenas pueden salir a la calle por el rechazo, civilizado o no, que promueve su presencia, ese partido tiene un grave problema de futuro.

Si los militantes del PSOE, que en otros tiempos inundaban las avenidas, no puede ejercer la política en la calle, el problema es de máxima gravedad. Exige no solo una renovación de líderes sino además una regeneración profunda de sus postulados políticos y de sus proyectos. Y recuperar la ejemplaridad como eje de su acción política.

Rubalcaba está incapacitado para dirigir esa tarea. Pero una renovación de dirigentes sin regenerar el partido sería un esfuerzo vano. El desierto es cruel; pero cuanto más rápido caminen y más creíbles sean sus cambios, antes encontraran un oasis.

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