Cayetano González – Estado de descomposición.


MADRID, 18 (OTR/PRESS)

La atmósfera se ha vuelto irrespirable debido a los escándalos de corrupción que lo enfangan todo. No es posible seguir con este estado de cosas. Hagamos un rápido, aunque imposible que sea breve, repaso de la situación: la primera institución del País, la Corona, salpicada de lleno por el caso Urdangarin y con la Infanta Cristina ante la posibilidad de ser llamada a declarar ante el juez Castro como testigo o como imputada. El caso del extesorero del PP, Luis Bárcenas, en fase de investigación por la fiscalía anticorrupción para intentar clarificar muchas cosas: de dónde sacó los 22 millones de euros que tiene en Suiza y si hay más cantidades en otros paraísos fiscales; quién es el autor de las anotaciones en las que se recogían tanto las donaciones de empresas y particulares que recibía el PP, como el posible pago de sobresueldos en «b» a dirigentes del partido, extremo que ha sido negado tanto por los interesados como por el propio Bárcenas.

En los últimos días también ha saltado al primer plano de la actualidad el espionaje en Cataluña a políticos, empresarios y vaya usted a saber a qué más gente. Se habla de una ingente cantidad de dossiers que andarían por ahí circulando a la espera de encontrar un buen comprador. El ministro del Interior, en una declaración imprudente en quien tiene que ser más prudente que nadie, dijo que había mucha información al respecto. Los escándalos que afectan al clan Pujol nos deparan sorpresas casi a diario. Añadamos a esta relación los casos que afectan al PSOE en Andalucía o al PP en el Ayuntamiento de Santiago y llegaremos a la conclusión de que, efectivamente, la atmósfera se ha vuelto irrespirable.

Así no se puede seguir salvo que se quiera llegar a una situación de estallido social. Lo sucedido el pasado sábado en Madrid durante una manifestación en contra de los desahucios, con el eurodiputado del PSOE López Aguilar y la dirigente de las juventudes socialistas, Beatriz Talegón, que se hizo famosa hace unos días por denunciar las reuniones de los socialistas en hoteles de cinco estrellas, que tuvieron que salir de la manifestación escoltados por la policía al ser increpados por la gente, es algo que puede ir a más. El desprestigio de la «casta» política es total.

Los actuales dirigentes políticos pueden seguir actuando como si no pasara nada, como si no fuera con ellos, como si fuera una cosa pasajera consecuencia del enfado ciudadano por los recortes. Craso error. Aquí hace falta una regeneración total y absoluta de la vida pública. Y la hacen los actuales políticos -cosa harto improbable por ser parte del problema y no la solución- o se la harán los ciudadanos, mandándoles a su casa y exigiendo un cambio profundo de las reglas de un sistema que se encuentra en estado de descomposición.

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