Italia da vértigo. En está ocasión está en juego mucho más que el reparto de escaños, la ocupación de ministerios y el color del gobierno.
A dos semanas escasas de las elecciones, el 18% de la ciudadanía aún no sabe a quién votar y el 21% admite que podría cambiar de idea.
El centroizquierda de Pier Luigi Bersani, que arrancó con todo a favor, va primero en las encuestas con un 34% de los votos, pero pierde fuelle, y el incombustible Silvio Berlusconi le echa el aliento en la nuca. Il Cavaliere suma ya un 29% y sigue subiendo.
Detrás viene el cómico Beppe Grillo, líder del Movimiento Cinco Estrellas, cuyo “tsunami tour” contra la política tradicional ya tiene el 16% y en cola, a pesar del apoyo que han intentado darle desde la UE al Vaticano, pasando por los grandes financieros a los periódicos, aparece el profesoral Mario Monti, con apenas un 13%.
Es complicado hacer pronósticos y no se puede descartar que, a la hora de la verdad, Bersani y Monti salgan de las urnas en condiciones de controlar el Parlamento, que sería lo mejor para Italia, pero imaginen que no es así.
Que Grillo, impulsado por su discurso anti- políticos y aferrado al lema ‘no nos representan’, termina de verdad tercero.
Y que Berlusconi, quien hace dos años tuvo que renunciar como primer ministro porque irresponsabilidad se hundía el país y hace escasamente dos meses era todavía un ‘corrupto’ cadáver político, concluye primero.
Nos íbamos a reír, pero de miedo.