Julia Navarro – Escaño Cero – Un pastor para el siglo XXI.


MADRID, 12 (OTR/PRESS)

Cómo me gustaría estar hoy en Roma y mañana y los que sean necesarios hasta que haya «fumata blanca». Y es que el conclave que se está celebrando tras los muros del Vaticano no es un conclave más. Los cardenales tienen que elegir un Papa para el siglo XXI y eso supone elegir a alguien capaz de ser sensible a los numerosos problemas de los fieles en una sociedad que ha cambiado vertiginosamente.

Reconozco que me maravilla todo el ritual que viene repitiéndose a lo largo de los siglos y que en esencia es la reunión, el «conclave» de los cardenales que encerrados en la Capilla Sixtina deliberan y votan hasta elegir un Papa.

Desde que Benedicto XVI anunció su deseo de retirarse se han sucedido las especulaciones sobre quién puede ser elegido Papa. Como desconozco cual es la correlación de fuerzas e intereses entre los cardenales no puedo más que esperar impaciente a la «fumata blanca». Pero sí sé que el nuevo Papa tendrá por delante un tarea casi titánica.

La Iglesia vive una crisis que es reflejo de la crisis de valores de la propia sociedad y el nuevo Papa tendrá que dar respuesta a algunas de las demandas de los fieles. Por ejemplo, deberá de seguir la senda ya iniciada por Benedicto XVI de acabar con el secretismo en torno a los casos de pederastia, y no solo eso, deberá de ser la primera en llevar ante la Justicia a quienes hayan incurrido en ese delito. Y deberá de reconocer la verdad y no ocultar, como se ha hecho durante décadas, que esos comportamientos deleznables eran protagonizados por sacerdotes. Flaco favor han hecho a la Iglesia los obispos y cardenales que prefirieron ocultar los hechos dejando abandonadas a las víctimas.

El nuevo Papa también tendrá que abordar el papel de la mujer en la Iglesia. No es comprensible que no se potencie ese papel. No entro en si las mujeres deben de acceder o no al sacerdocio, pero sí en que deben de poder desempeñar otras funciones y adquirir mayor responsabilidad y protagonismo.

El nuevo Pontífice también deberá de abordar el acercamiento de la Iglesia a la sociedad planteando sinceramente que es lo que ha ido alejando a los fieles de las iglesias. Hay debates que deben de ser abordados con inmediatez, como el de la utilización de preservativos y anticonceptivos o permitir que los divorciados pueden comulgar y seguir formando parte de la Iglesia o alinearse sin fisuras junto a los pobres y los perseguidos.

En definitiva, se trata de dar respuestas a los problemas reales de la sociedad del siglo XXI. Y para ello hace falta un Papa con cierta flexibilidad, capaz de aunar lo esencial de la doctrina de la Iglesia con la nueva realidad social.

Iglesia somos todos, los fieles, los sacerdotes, las religiosas, los obispos, los cardenales y el Papa, y debería de haber un diálogo más fluido y sincero entre todos los que forman la Iglesia. Durante dos mil años la Iglesia ha sobrevivido contra viento y marea y la prueba de que continúa teniendo una gran influencia social es que ahora mismo en Roma hay periodistas de todos los lugares del mundo a la espera de poder anunciar quién es el nuevo Papa.

Saben, lo peor que podría pasar es que no pasara nada una vez elegido el nuevo Pontífice. Como decía Lampedusa, algo debe de cambiar para que todo siga igual, o mejor dicho, en este caso para que la Iglesia perviva.

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