MADRID, 16 (OTR/PRESS)
Bajo el rimbombante título de «Medidas para favorecer la continuidad de la vida laboral de los trabajadores de mayor edad y promover el envejecimiento activo» se esconde otra vuelta de tuerca en el recorte del Estado del bienestar.
Mediante un Real Decreto, esa forma de legislar que tanto gusta a los gobiernos para evitarse el «engorro» de tener que negociar con la oposición, se pretende no ya poner coto, si no hacer imposible la jubilación anticipada.
Es un nuevo sacrificio que se ofrece a la insaciable Sra. Merkel. En la última cumbre europea, celebrada esta semana, Francia, Italia y Mariano Rajoy parecían dispuestos a plantarle cara a Alemania y exigir más políticas de impulso al crecimiento, ante el fracaso de los recortes como solución a la crisis. Pero Merkel dijo «no». Así que callaron todos, y aquí seguimos recortando prestaciones.
El penúltimo envite ataca al corazón de un sector al que Rajoy consideró intocable y al que las políticas gubernamentales están dejando en los huesos: los pensionistas. Se da, además, la desgraciada paradoja de que esos ingresos, justa compensación a lo aportado a lo largo de toda la vida laboral, son los que sostienen a miles de familias cuyos miembros se han quedado todos en el paro.
No hay más que ver los datos de abandono de residencias de la tercera edad para comprobar cuantos ancianos han vuelto a casa de sus hijos para mantener con su pensión al conjunto familiar.
La falacia del nombre del Decreto indigna más ante la evidencia de que, con seis millones de parados, en este país es imposible «la continuidad de la vida laboral de los trabajadores de mayor edad» porque aquí no hay trabajo para nadie. Y lo del «envejecimiento activo ya es de traca. En vista de que el Gobierno no ha sido capaz, en un año y pico que lleva al frente de la gestión, de solucionar el drama de paro, pretende ahora que todos lleguemos a la vejez pobre pero activos. El siguiente Decreto Ley será una orden para que los mayores de cincuenta y cinco años que no encuentren trabajo tengan, obligatoriamente, que hacer ejercicio físico en los parques públicos.
No se lo tomen a broma. Este recorte no es más que un intento de evitar que Alemania y sus socios impongan sus exigencias de un nuevo endurecimiento de la reforma laboral y de la Ley de Pensiones.
La desigualdad social, esa de la que nos hemos convertido en paladines dentro de la Unión Europea, se va a acentuar esta vez en el sector más frágil de la población, los ancianos. A los que el copago farmacéutico y la privatización de la sanidad están haciendo cada día más difícil la subsistencia.
Era una de las últimas promesas electorales del PP que no había resultado falsa. Ahora ya sabemos que nadie es intocable salvo ellos mismos.