MADRID, 18 (OTR/PRESS)
Hasta lo de Chipre, los atracadores solían tirar de pistola. Ahora los atracos a gran escala se organizan de otra manera. Porque eso es lo que está pasando con Chipre. A partir del expolio de los dineros de los depósitos y cuentas corrientes de los bancos de la isla -si lo confirma y vota el Parlamento de Nicosia-, habrá que concluir que los países de la UE han dejado de ser un espacio donde la propiedad privada es sagrada por estar jurídicamente protegida y a salvo de eventuales actuaciones arbitrarias de los poderes públicos.
Ninguna de las explicaciones que se han dado desde Bruselas para justificar la requisa de una parte importante de dinero depositado en los bancos de Chipre es capaz de refutar la idea de que el procedimiento impuesto a las autoridades chipriotas es un expolio. Las deudas del pequeño Estado mediterráneo van a pagarlas no quienes las contrajeron sino todos aquellos ciudadanos -residentes o no – que tienen cuentas abiertas en las entidades bancarias de la isla.
Por eso no es exagerado decir que estamos ante un atraco, visto que la requisa de fondos es una acción forzada. Cuando esto escribo se habla del 10% para depósitos superiores a los 100.000 euros y de algo menos de la mitad de ése porcentaje para cantidades por debajo de esa cifra. Europa se salta un principio básico de los Tratados que establece que la deuda pública avala los depósitos menores de 100.000 euros.
Es un acto llamado a tener repercusiones y ninguna buena. Es triste tener que concluir que esta decisión -impuesta a Chipre por Bruselas y a todos los socios de la UE por Alemania-, pone a Europa al nivel de Venezuela, Argentina o Bolivia, países en los que no se respeta la propiedad privada y en donde, a capricho de sus gobernantes, propiedades y bienes pueden ser expropiados. El expolio al que van a ser sometidos los chipriotas , está llamado a fomentar el euroescepticismo y a represar voluntades en contra de la pertenencia a un club en el que el los ciudadanos y sus votos no cuentan.
No es la primera vez que desde Bruselas, con Alemania al timón, se imponen decisiones ajenas a la voluntad de los gobiernos nacionales. Ocurrió en Italia con el nombramiento de Mario Monti, político de escaso apoyo popular como hemos podido comprobar recientemente. Al parecer, estamos condenados a soportar el «Deutschland über alles». Lo malo es que si prospera el expolio de Chipre, después pueden venir otros. Ante semejante eventualidad, sería de agradecer que el presidente Mariano Rajoy, amén de participar en el juego de las alabanzas a la candidatura olímpica de Madrid, tranquilizara al personal comprometiéndose a que el Gobierno de España jamás toleraría un expolio como el que está a punto de perpetrarse en Chipre.