Andrés Aberasturi – De la tragicomedia europea al vodevil español.


MADRID, 22 (OTR/PRESS)

Es que así es imposible; los espectáculos que se nos ofrecen a los ciudadanos de forma nada gratuita y protagonizados por gente seria, no hacen sino confirmar que España es un vodevil y Europa una tragicomedia; en Bruselas no tienen ni idea de qué hacer con Chipre -en Bruselas, en realidad, no tienen ni idea de casi nada, desde luego ni idea de cómo salir de esta crisis y se empecinan en el recorte aunque ya se ve que no-. En Estrasburgo se ponen de tiros largos para sentenciar -tal vez- un disparate que atenta contra la conciencia recta no solo de la inmensa mayoría del pueblo español sino que repugna de la misma manera a cualquier ser humano de buena voluntad. Y aquí, para que no decaiga, seguimos a vueltas con Bárcenas y sus líos por la derecha, los ERES de Andalucía por la izquierda y la saga por ahora sin fugas de los Pujol por el centro (más o menos).

No quedamos aquí; estamos en una institución que debería ser respetable y modélica como es nada menos que la Audiencia Nacional; bueno, pues aparecen dos jueces que se dedican a ponerse zancadillas ante la mirada atónita de quienes solo pretendemos saber la verdad y que se imparta justicia. Pero he dicho que «aparecen dos jueces»; rectifico: hay un juez (Ruz) que instruye un sumario y el que aparece como de la nada es otro, el famoso juez Bermúdez, conocido no solo por el juicio del 11-M sino también por el libro que luego escribiera su señora sobre el asunto. Feo asunto el del libro y polémico juicio el del 11-M. Ni el Almodóvar de sus mejores tiempos podría haber imaginado algo así: unos imputados que declaran ante un juez y que respetuosamente piden permiso para terminar cuanto antes porque les ha citado el juez de enfrente para lo mismo. Vodevil en la Audiencia Nacional con las entradas y salidas de rigor, las puertas que abren y se cierran hasta que las risas de espectadores obligan a que, por ahora, haga mutis el ultimo en llegar. Solo falta algún número musical y un buen título, por ejemplo este «¿Pero quién ha llamado al juez Bermúdez?». Y a partir de ahí lo que cada uno imagine.

Aunque tal vez si el escandalazo de los ERES de Andalucía sigue extendiéndose por toda la geografía, es posible que termine también en la Audiencia Nacional y lo mismo le toca al juez Bermúdez. Eso pasa mucho en la AN; no hay más que recordar los casos que esperaban a entrar cuando Garzón estaba de guardia, primero de un lado y luego del otro.

Pero lo de los ERES es muy fuerte. Es que estamos hablando de más de una veintena de detenidos hace un par de días en varias provincias españolas por presunto desvío fraudulento de nada menos que 933 millones de euros, ¡casi mil millones de euros! y todo un entramado de empresas, abogados, exsindicalistas y políticos manejando los hilos de semejante escándalo ante la absoluta y cándida ignorancia de los responsables de la Junta de Andalucía. Nadie se lo puede creer, claro, pero es igual. El vodevil continúa y alcanza su punto álgido cuando luego se ven en el congreso los de Bárcenas y los de los ERES y se piden cuentas y responsabilidades en voz alta como si la cosa no fuera con ellos. Es muy fuerte. Lo que deberían hacer es convocar una rueda de prensa conjunta y pedir perdón al pueblo español, devolver lo que se llevaron -o ampararon que otros se llevaran- y luego irse, avergonzados, de las poltronas que ocupan.

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