Victoria Lafora – Los perdedores.


MADRID, 23 (OTR/PRESS)

Mientras en este país los bufetes de los mas prestigiosos penalistas están haciendo su agosto defendiendo a políticos corruptos, con la impagable colaboración de los partidos políticos, que presionan a este o al otro juez para que dilate hasta el infinito la instrucción, surge una nueva casta de perdedores.

No son los parados, esos ya lo eran desde el comienzo de la crisis, ni tampoco los desahuciados por el impago de la las hipotecas, que han encontrado un tímido respaldo en Europa. Son los recién llegados al pelotón de los nuevos pobres; ese paisaje desolador que conforma la sociedad española.

Son los incautos a los que el director o el empleado de una entidad bancaria, ahora salvada con los impuestos de todos, convencieron para que invirtieran en preferentes. Son los accionistas de Bankia a los que Rodrigo Rato aseguró que hacían la mejor operación de su vida.

Hay en este pelotón mucha gente mayor que invirtió los ahorros de toda una vida y se han quedado sin nada. Me cuentan el caso de una joven que, por ayudar a sus padres que no sabían de cuentas, compró, con el patrimonio de ellos, preferentes en una entidad gallega y ahora no sabe como decirles que no les queda ni un duro.

El consejo de ministros del viernes decidió fijar los precios que las antiguas Cajas de Ahorro pagarán a sus inversores por estos instrumentos financieros. Las perdidas para los nuevos pobres van del 10 al 70% de sus ahorros. Los cuatrocientos mil accionistas de Bankia no recuperaran nada. Cada una de las acciones que compraron vale ahora un céntimo de euro.

Los responsables de esta debacle, la Comunidad de Madrid y los gestores colocados a dedo por el PP, están cómodamente instalados: los unos en el poder y los otros al calor confortable del dinero que se han llevado.

La denuncia de UPyD contra Blesa y su equipo de incompetentes ha permitido conocer que, en plena crisis, se llevaron de Caja Madrid no menos de 78 millones de euros como pago a sus servicios.

Los nuevos perdedores lo son por mandato de Bruselas que impuso esa condición para conceder la ayuda a la banca. El Gobierno, ansioso por coger el dinero y obsesionado porque no contabilizara en el déficit público, minimizó el coste para los ahorradores. Lo importante era salvar el sistema financiero que se les desintegraba entre las manos. Que un señor analfabeto, que había firmado la compra de preferentes con su huella digital, se quedara en la indigencia no era más que un daño colateral.

Mientras, los más reconocidos abogados penalistas, esos cuyas minutas solo se puede permitir alguien con un importante patrimonio, utilizan todos los recursos y triquiñuelas procesales para dilatar las instrucciones judiciales en las que están incursos cargos públicos, empresarios, banqueros, o comisionistas. Los mismos que causaron tanto duelo y que ahora pretenden irse de rositas. Seguro que muchos de ellos lo van a conseguir. No hay más que ver la chulería de Bárcenas amenazando con que no va a volver a declarar y negándose a una nueva prueba caligráfica. Solo alguien que cuenta con la protección del Gobierno puede actuar con esa prepotencia.

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