MADRID, 28 (OTR/PRESS)
Se equivocan en el PSOE si pretenden restar importancia al escándalo de los ERE de Andalucía, donde unos cuantos personajes han tenido conductas indignas, por las que deben pagar de manera irremisible. Y nadie debe restar importancia a comportamientos inmorales y delictivos, tratando, por ejemplo, de escudarse en que el de enfrente lo haya hecho todavía peor. Los responsables políticos de Andalucía se cargarán de razón para combatir los desmanes del lado del PP si son capaces de empezar por ser implacables con los de su lado. Las gentes de España son lo bastante sensatas para darse cuenta de que no hay comparación posible donde no la hay. Gürtel-Bárcenas es una presunta realidad corrupto-delictiva que desborda todos los límites, todos los cánones, todas las comparaciones a lo largo de la historia de nuestra democracia. Se pongan como se pongan los que así se ponen, sean responsables políticos, simples militantes o simpatizantes o medios de comunicación fabricantes de portadas y de informativos que producen perplejidad por sus embustes y tergiversaciones de la realidad.
Ahora el juez Ruz imputa también al ex tesorero del PP que hasta ahora se había librado, Angel Sanchís, presuntamente implicado en el juego de las cuentas suizas y no suizas y norteamericanas, en el blanqueo de capitales, todo en la estela de LB. Hace ya muchos años, veintitrés, que Sanchís se libró del caso Naseiro, un montaje gigantesco de la especie del de ahora, porque el caso se disolvió por razones puramente formales o de defectos de forma en su tramitación, algo que yo jamás llegué a entender, pues cuando algo se tramita mal lo lógico es corregir los defectos y volver al grano. No recuerdo bien si fue entonces cuando un conocido político del PP dijo aquello de que «yo he venido a la política para forrarme», pero es que debió de decirlo en esas grabaciones telefónicas obtenidas de forma incorrecta, pero que todos oímos e identificamos. Y hasta se rumorea que el del teléfono fue luego cosas importantes, incluso ministro, en la política de este país. Y así se escribe la historia.