MADRID, 6 (OTR/PRESS)
El Fondo de Reserva de la Seguridad Social -en términos coloquiales, la hucha de las pensiones- tenía al comienzo de la crisis menos recursos que ahora pero los tenía invertidos de manera más diversificada. Hoy está casi todo en deuda pública española, mientras que en 2007, por ejemplo, la mitad estaba invertido en deuda española y la otra mitad en deuda de otros países, entre ellos los dos grandes de la zona euro, Alemania y Francia.
Una decisión así contraería los principios generales del mercado, ya que habitualmente todos los grandes fondos optan por diversificar el riesgo de sus inversiones, pero también tiene alguna ventaja: como España paga mucho por su deuda, al menos una parte de esos intereses repercuten en la hucha de la Seguridad Social, cada día más necesitada de ingresos financieros, debido a las retiradas del fondo de reserva que hizo el Ejecutivo para afrontar el pago de los jubilados.
El Gobierno de Mariano Rajoy ya abrió esa hucha en 2012 y hasta diciembre había sacado 6.500 millones de euros, casi un 10% de lo acumulado en más de una década. Y sigue haciéndolo, ya que no le cuadran las cuentas al tener menos cotizantes y más pensionistas. El asunto es delicado, pero de momento no ha pasado nada.
La confianza que España tiene en España contrasta, obviamente, con la de otros inversores guiados por las agencias de rating, cuyos directivos suelen tomar en consideración sus diagnósticos para decidir invertir o no, y vender o no. ¿Problema? Cuando un país pierde la triple AAA los fondos de pensiones abandonan literalmente sus posiciones de deuda. Esto genera muchos títulos de deuda soberana en el mercado, que pierden valor, y reclaman más intereses para justificar su compra.
Cuando un país entra en bono basura pierde, literalmente, el acceso al mercado de capitales. Resumiendo: la Seguridad Social española ha ido comprando estos últimos años deuda despreciada por fondos internacionales. Lo normal es que con el tiempo se recupere la senda de la diversificación, pero por ahora parece difícil que pueda escogerse ese camino más sensato. Ojalá que no pase nada.