El Imperio del Miedo

Lo esencial no son las bombas, las redes de apoyo o la financiación oculta. Ni siquiera el odio ciego de los fanáticos. La clave del terrorismo es el miedo.

El 11-S dejó patente que ni el ejército estadounidense, el más poderoso y sofisticado de la Historia, puede proteger del todo a una sociedad abierta y democrática como la norteamericana y esa idea, reforzada por masacres sucesivas como la del 11-M o el 7-J, tiene efectos devastadores en un sector de la ciudadanía.

Son muchos los convencidos de que el mundo es un lugar más peligroso ahora de lo que era antes de la invasión de Irak, de la guerra en Afganistán y de la caza y ejecución sumaria de Osama Bin Laden.

Y de ahí a concluir que la utilización de la fuerza contra los facinerosos aumentará su agresividad y las probabilidades de que los países occidentales sufran atentados, sólo hay un paso.

Que una vez dado puede conducir a pensar que lo razonable es ‘no provocar’ con la esperanza de que los malvados se olviden de nosotros o se suavicen por arte de magia.

Es pronto para sacar conclusiones sobre la carnicería perpetrada en la meta del Maratón de Boston. No sabemos todavía quienes son los autores o que desquiciado pensamiento palpita tras el crimen.

Es lógico que nos estremezca la visión de los inocentes muertos, mutilados y cubiertos de sangre, pero sería insensato concluir que la forma de evitar barbaries similares es el apaciguamiento. Como subrayó Obama, los responsables deben ser encontrados y castigados.

Sin contemplaciones y sean quienes sean.

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Autor

Alfonso Rojo

Alfonso Rojo, director de Periodista Digital, abogado y periodista, trabajó como corresponsal de guerra durante más de tres décadas.

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