Fermín Bocos – El laberinto socialista.


MADRID, 22 (OTR/PRESS)

En el último tercio del siglo pasado, Italia más que Francia fue el espejo en el que se miraba la política española para avizorar por dónde soplaba el viento. Era el laboratorio que con diez o doce años de antelación anticipaba lo que iba a suceder aquí. La descomposición de la democracia cristiana fue el aviso a navegantes que en su día la UCD no supo interpretar y la desaparición del histórico PSI, tras el exilio de Craxi, fue una señal que aquí fue desdeñada tras la aparición y el éxito inicial de Rodríguez Zapatero. Pero el tiempo, que a la postre es juez implacable, siempre se toma revancha y hoy podemos ver cómo el PSOE comparece hundido en todos los sondeos de opinión, pese a que el PP también ha perdido buena parte del apoyo que llevó a Mariano Rajoy a La Moncloa.

Si el primer partido de la oposición se despeña en las encuestas quiere decir que los votantes no le ven como alternativa de gobierno. A la hora de explicar el porqué del actual estado de postración de un partido, que recordémoslo, ha gobernado España durante veinte de los treinta años que llevamos de democracia, hay opiniones para todos los gustos pero dos son las más fundadas: le sigue pasando factura la herencia dejada por Zapatero y no despega porque, en términos de liderazgo, a su «número uno» le falta peso.

De ahí que, periódicamente, a la manera del Guadiana, vuelve el debate sobre posibles candidatos para sustituir a Pérez Rubalcaba al frente del partido. En esta ocasión, la novedad es la aparición del nombre de Eduardo Madina en flanco con los clásicos: Carme Chacón, Patxi López o Emiliano García-Page. Madina ha dicho que cuando llegue el momento, a lo mejor, se deja querer. Pero -añade- que no es el momento porque no está abierto el proceso de primarias.

Y ahí está el problema porque hablando del precedente italiano, el escenario para los socialistas se presenta en clave gramsciana: lo nuevo no acaba de nacer y lo viejo se resiste a desaparecer. Con el resultado que conocemos: la pérdida de influencia política. El perfil a la baja que dibujan las encuestas está provocando movimientos centrípetos como el del PSC que en Cataluña parece que quiere plantar tienda aparte. Si así fuera y las siglas del PSOE desaparecieran como opción electoral para los votantes socialistas que viven en Cataluña y se sienten españoles, a mi modo de ver, para éste partido se habría iniciado la cuenta atrás que podría desembocar en un final a la italiana. Mal asunto visto que una alternativa política creíble y no demagógica es imprescindible como contrapeso para fiscalizar al actual Gobierno de España. Cuanto antes salgan del laberinto, mucho mejor para todos.

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