Carlos Carnicero – El PSOE, encapsulado en la obsesión por las primarias.


MADRID, 23 (OTR/PRESS)

Las elecciones primarias en España son un remedo de la técnica de los grandes partidos norteamericanos para elegir sus candidatos a las instituciones. Es una práctica asentada en un sistema de partidos cuyas características no se parecen en nada a las de los españoles.

En Estados Unidos, el electo tiene autonomía casi absoluta del partido. Es usual que los congresistas y senadores voten en sentido contrario o dividido en relación a las pospuestas de quien gobierna en las instituciones. Cada candidato tiene su propio staff, su propio sistema de financiación y sus propios intereses. Por definición, ni el candidato ni el electo tienen dependencia orgánica o financiera del partido.

La solución razonable y satisfactoria para ellos es que los ciudadanos inscritos como votantes del partido (sin necesidad de ser militantes tal y como lo entendemos aquí, elijan libre e individualmente al candidato a ocupar un cargo electo».

En España los partidos son organizaciones teóricamente regidas por la voluntad democráticamente manifestada de sus militantes. Están estructuradas y funcionan mediante mecanismos de mayoría.

Los programas, los líderes y los proyectos se aprueban en congresos y asambleas. Los márgenes de autonomía del elegido debieran ser estrechos porque no responden a una cesión de poder individual sino a un mandato expreso colectivo.

En esas circunstancias, las primarias son una iniciativa tendente a dar una pátina de legitimidad cuando las organizaciones están controladas o tienen secuestrada la voluntad de sus militantes por un sistema de cooptación de intereses. Entonces las primarias son una operación de marketing y de lavado de cara. En teoría, por mecanismos de representación, votan los mismos que en el congreso.

Los militantes de Madrid, -por hablar de un universo de seis millones y medio de ciudadanos-, todos reunidos en el Bernabeu, serían invisibles. Cabrían en una sala terciada de conciertos. Las posibilidades de conexión directa con ellos por las redes sociales serían óptimas si esa fuera la preocupación de los dirigentes.

El PSOE se encoge y quiere dar la sensación de que se dilata. Y la respuesta ha sido instaurar el invento que realizó Joaquín Almunia cuando sintió que estaba huérfano de legitimidad por la unción que hizo sobre él Felipe González.

Lo que el PSOE necesita es una organización potente, flexible, dinámica y participativa sin mecanismos de dominio sobre los militantes gracias a la capacidad de la cúpula de promocionar a los afines.

Entonces no hará falta primarias porque los militantes tendrán mecanismos democráticos y eficaces de elegir a sus líderes.

Las primarias no tienen sentido más que si se incorpora al partido a ciudadanos que quieran estar vinculados con él sin tener un compromiso constante con la organización. Entonces, con un censo amplio y externo a la organización, las primarias podrían ser un sistema perfecto de abrir el partido a las decisiones de la sociedad.

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