MADRID, 23 (OTR/PRESS)
Luis De Guindos se cae ahora del idem y reconoce que en este año habrá crecimiento negativo tres veces superior a lo que contra viento y marea han venido negando durante meses y meses. Contra viento y marea y contra las previsiones públicas de Bruselas, del FMI, del Banco Mundial, del BCE y del dios de los cielos. Motivo más que suficiente para que Guindos y Montoro hubieran presentado su dimisión irrevocable porque ello supone un sideral fracaso de su política económica, de recortes y de lucha contra la crisis. Tan horrible lo ven en Bruselas que están dispuestos a ampliar en dos años el plazo de cumplimiento del objetivo de déficit de España. Algunos comienzan ahora a admitir obviedades que siempre negaron, como que el camino de la gran austeridad solo conducía a un callejón sin salida. Y hemos ido desde el aplauso a la Merkel y la condena a Hollande a la condena a la Merkel y el aplauso a Hollande, por poner el ejemplo más visible del no saber lo que se traen entre manos. Aunque las portadas de los periódicos de ellos no terminan de entenderlo.
Prefieren muchos echar balones fuera para que nos olvidemos del gran fiasco de la economía y de las informaciones cada vez más brutales sobre la corrupción infinita que les sepulta, pues las cosas ya se remontan a los principios de la era democrática, al parecer sin descanso en todas estas décadas. Uno de esos balones, y no pequeño, es la ocurrencia del fiscal general del Estado de obligar a los fiscales a acusar de colaboración con el terrorismo de ETA a los dos policías del asunto Faisán, que respondían por presunta revelación de secretos. No quiero ni imaginar que la decisión haya sido inspirada desde arriba, desde el ministro de Justicia y del presidente del Gobierno. No lo quiero imaginar porque me da algo. Uno de esos dos policías es responsable de la detención de 50 comandos de ETA y los dos se llevan la palma en esa tarea de Estado de lucha antiterrorista. ¿Personas así colaboradores de ETA? Amos anda.
