MADRID, 25 (OTR/PRESS)
Está el personal como para cargarle mas con este tipo de espectáculos circenses por parte de quienes se supone tienen que ser ejemplares en todo, al ser los representantes del pueblo, de la soberanía popular. Los dos últimos «numeritos» han tenido lugar en el Congreso de los Diputados y en el Parlamento de Galicia. En el Palacio de la Carrera de San Jerónimo, Joan Baldoví, diputado de «Compromis» -un partido nacionalista de izquierdas de la Comunidad Valenciana- empezó a desnudarse -la cosa no llegó a mayores…- mientras que intervenía desde su escaño para mostrar su rechazo a la Ley antidesahucios presentada por el Gobierno.
En el Parlamento de Galicia, el incidente fue mas virulento. Su protagonista, el diputado José Manuel Beiras, un personaje estrafalario, histriónico, líder histórico de la izquierda nacionalista gallega. No tuvo otra ocurrencia que, al sentirse ofendido por una intervención del Presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, acercarse al escaño de este, encararse con el y descargar un puñetazo, no contra el jefe del ejecutivo, que seguro que no fue por falta de ganas, sino contra su escaño. Increíble, pero cierto. Llamado al orden por la Presidenta de la Cámara, a la que le faltó el coraje y la dignidad de expulsarle inmediatamente del Salón de Plenos, Beiras abandonó voluntariamente este, eso sí, entre aplausos y gestos de aprobación, no solamente de sus compañeros de grupo, sino también de algunos diputados del PSG-PSOE.
En cualquier organización humana, conductas de este tipo o similares serían castigadas de forma mucho mas severa: habría una suspensión temporal de empleo y sueldo, o incluso un despido procedente por incumplimiento de las obligaciones laborales para quien protagonizara esas actuaciones. En el Parlamento, todo queda en una llamada de atención por parte del Presidente de la Cámara o como mucho en retirarle la palabra y en casos extremos, en una expulsión del Salón de Plenos y solo durante la sesión en curso.
Está el prestigio de la denominada «casta» política como para este tipo de espectáculos. En un País donde, según acaba de revelar la última Encuesta de Población Activa, se ha rebasado ya la dramática cifra de los seis millones de parados, exactamente 6.202.700 (lo que supone el 27,16% de la población activa); en un País donde hay 1.906.100 hogares en los que ninguno de sus miembros tiene trabajo; en un País donde el 57,2% de los jóvenes en edad de trabajar no tienen empleo, sólo falta contemplar en la televisión las «escenitas» de los diputados Baldoví y Beiras, para alimentar aun mas el rechazo y la desafección de los ciudadanos hacia sus representantes. Dice el refrán popular que quien juega con fuego se acaba quemando. Pues eso.