Andrés Aberasturi – Sólo pedimos sensatez y valor.


MADRID, 26 (OTR/PRESS)

Pues todo parece indicar que ni cayó el Gobierno, ni se disolvieron las Costes ni la Jefatura del Estado, ni se abrió un periodo constituyente. No sólo pasó el día 25 sin que ocurriera apenas nada sino que el 26 el Ejecutivo anunciaba más y más recortes en su afán de reducir el déficit. Decir que las dos cosas fue un choque de utopías, resultaría a todas luces exagerado, pero, la verdad, dan ganas.

Lo que montó el movimiento «En pie» era desde el principio un anunciado fracaso y no por los absurdos objetivos que se marcaron -lo antes citados- sino más bien por la forma misma en que se organizó. No había más que entrar en su página web para darse cuenta de que todo aquello era el sueño de una noche de primavera pero con ribetes que asustaban a los muchísimos de verdad indignados que se hubieran sumado a la protesta si se llega a plantear de otra forma. Lo de la guerrilla urbana no funciona entre la inmensa mayoría y estoy seguro de que una manifestación verdaderamente pacífica exigiendo la unidad de los partidos para hacer frente a la crisis y unas reformas no obsesionadas con los recortes, sí hubiera convocado a los miles de ciudadanos hartos de todo esto pero sin ninguna vocación de salir de casa con sprays de nata montada para rociar las viseras de los policías o con los bolsillos llenos de piedras para lanzarlos en la «Fase 1» o en la «Fase 2». Y esa es la responsabilidad no sólo de quienes organizan estas movidas sino también de aquellos que las financian, alientan o justifican: distorsionan y laminan la posibilidad real de una respuesta seria y mayoritaria ante un panorama social verdaderamente desolador.

Porque debe quedar claro que España está viviendo un autentico drama y que las previsiones del Gobierno no son en absoluto tranquilizadoras. Si la realidad de más de seis millones de parados es ya una tragedia, los pronósticos que hacen los responsables del Ejecutivo son para echarse a llorar: aumento del paro, subida de impuestos, sacrificios y más sacrificios para el ciudadano y todo tan sólo para acercarse al déficit que se nos pide.

Y frente a esta realidad lo que la gente ve es que ni el Gobierno central ni mucho menos los autonómicos están cumpliendo -hay excepciones- con el trato. Aquí se carga contra el ciudadano pero nadie tiene lo que hay que tener para cortar en seco el gasto público, cortar de raíz las fiscalidades desiguales de las autonomías, terminar con el abuso de gasto superfluo mientras se cierran hospitales y se abren embajadas; porque todo eso lo pagamos nosotros y cada vez más caro. Ha dicho Rubalcaba que el lunes iba a ofrecer una alternativa a este ahogo de política de recortes del PP. Habrá que oírle aunque el pasado no le avale y habrá que estudiar esas ideas aunque el PP tenga mayoría absoluta. Lo que no puede ser es empecinarse en seguir adelante con unas medidas que ya se ve que no funcionan como se esperaba. Vale que no se descuide el control del déficit, pero es posible introducir variables sin abandonar esa senda. Lo que pedimos la inmensa mayoría es un poco sensatez y un poco de valor para hacerlo o ponerse de acuerdo de una puñetera vez, Gobierno y oposición en una situación tan absolutamente crítica como esta. Solo pedimos eso. Y seriedad.

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