MADRID, 01 (OTR/PRESS)
El pacto de Estado que está demandando a gritos la ciudadanía, para salir de ese atolladero en que nos han metido los unos y los otros, no verá la luz porque es imposible. Y es imposible fundamentalmente porque los dos grandes partidos, el PP y el PSOE, que también lo reclaman, lo hacen con la boca pequeña.
El Partido Popular, instalado en una paradójicamente incómoda mayoría absoluta, no está dispuesto, ni mucho menos, a ceder un ápice en su política de ajustes/recortes impuesta por la «troika» y por Angela Merkel. Su deseo sería que la oposición se aviniese a suscribir punto por punto y sin rechistar todas sus decisiones/indecisiones, involucrándose hasta el fondo.
El PSOE, por su lado, con la casa patas arriba, tampoco está en condiciones de ofrecer ideas que, por otro lado, parece no tener aún claras.
Así las cosas, ambos partidos se empeñan en proclamar contra viento y marea una voluntad de pacto que saben no van a llevar a cabo.
Y es que en el fondo, también en la forma, los partidos políticos de nuestro país están demostrando un escasísimo sentido de Estado. Lo que les preocupa en realidad es llegar en las mejores condiciones a la próxima contienda electoral.
Y, en consecuencia, no pueden permitirse el lujo de renunciar a sus intereses y trabajar en interés de la sociedad.
¿Cómo va el Partido Popular a mostrarse incapaz ante su electorado de encontrar por sí solo la salida definitiva de la crisis, después de haber proclamado por activa y por pasiva que tenían la solución?. Hoy su única y vergonzante propuesta es pedirles paciencia a los ciudadanos.
¿Cómo va el Partido Socialista Obrero Español a colaborar con una política de recortes que ya emprendió Zapatero en su día y que le costó el mayor descalabro electoral de su historia? Hoy sus propuestas chocan contra el muro inapelable de un : «¿Por qué no lo hicieron ustedes cuando gobernaron?».
No se trata de llegar a acuerdos puntuales con los que parchear la insufrible realidad que estamos viviendo. Se trata de renunciar a los intereses partidistas, sentarse a la mesa sin prejuicios y llegar a un pacto profundo entre todos los partidos y todas las fuerzas sociales para cambiarle la cara a una nación que se desangra por los cuatro costados.