Antonio Casado – Pertinaz Rajoy.


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

En el enésimo debate sobre política económica, motivado esta vez por las recientes medidas de estabilidad y reforma (Consejo de Ministros del 26 de abril), el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, nos ha dicho que estamos mucho mejor que hace un año, que las calamidades han quedado atrás, que hemos evitado el rescate, que esto empieza a funcionar, que durante sus primeros 15 meses de Gobierno se han logrado grandes avances y que, en fin, todo irá bien el año que viene si Dios quiere. Por tanto, que no tiene la menor intención de cambiar de política porque esta es la mejor posible para crear empleo.

Ahí hemos topado con un ramillete de mensajes de aires de sospechosa autocomplacencia que, a mi juicio no se compadecen con una realidad social en la que reinan el paro, la pobreza y el desaliento de la ciudadanía. «Habla usted de un país que no reconozco», le dijo durante el cruce parlamentario el líder del PSOE, principal grupo de la oposición, Pérez Rubalcaba, antes de reiterarle su oferta de diálogo en pos de un pacto nacional que pueda sacar a España de la dramática situación en la que se encuentra.

«Yo creo que hay que hacerlo y es mi obligación proponérselo, porque los acuerdos dan confianza al país, a los ciudadanos y de cara al exterior», dijo Rubalcaba. Sin embargo, el presidente del Gobierno respondió con frialdad y algo de prepotencia. No sólo al líder socialista, por aquello de que no piensa repetir las políticas socialistas que nos han llevado al desastre, según él. En realidad hizo oídos sordos a los portavoces de las distintas fuerzas políticas. Prácticamente todos, con la excepción del representante del PP, Alfonso Alonso, le pidieron sin éxito un cambio de rumbo, a ser posible, pactado con para salir cuanto antes del túnel.

Nada de eso. No habrá pactos con terceros que no consistan en sumarse a las medidas del Gobierno ni cambio de rumbo en la política económica. No valdría la pena, siguiendo su discurso, cuando en realidad todo va a mejorar más pronto que tarde. Claro que si su grado de acierto en esta previsión es el mismo que tuvo con sus anteriores previsiones, estamos apañados.

Y respecto a las propuestas de Rubalcaba, que eventualmente entrarían en el intento de alcanzar un pacto, son discutibles pero no se pueden rechazar sin más porque «si usted quiere un pacto, se lo tendrá que ganar», que fue la respuesta desatenta del presidente del Gobierno.

En las propuestas de Rubalcaba hay voluntad de echar una mano y explorar una alternativa a lo que se despacha. Y por ahora, lo que se despacha es una política de austeridad que solo nos ha traído más recesión, más paro y más deuda. Incluso más déficit público, si no nos hacemos trampas en el solitario a propósito de los dineros dedicados al rescate financiero. En esas condiciones, me parece un sarcasmo que Rajoy y su gente entiendan que su disposición al diálogo consista en la adhesión a su política.

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