MADRID, 16 (OTR/PRESS)
El movimiento ciudadano del 15-M continua vivo. La sociedad española continua indignada. Razones hay para ello. Quizá por eso un día después de la celebración de una nueva edición del 15-M el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón decidía reunirse con los portavoces parlamentarios para tratar sobre la futura Ley de Transparencia, mientras que el PSOE ha presentado un documento con varias propuestas para recuperar la confianza de los ciudadanos en las instituciones y sobre todo en los políticos.
Lo cierto es que no lo van a tener fácil ni los unos ni los otros. La sociedad española está cansada y sobre todo desesperanzada por el presente y la falta de perspectivas para el futuro. Un país con una clase política que es capaz de rechazar a un joven físico español, Diego Martínez Santos, considerado el mejor físico de Europa con el argumento realmente incomprensible amen de estúpido de que carece de «capacidad de liderazgo» es un país que no funciona. Aún así el movimiento 15-M ha conseguido algunos éxitos notables porque se ha colocado en la agenda política. De ahí la ley de transparencia o el nuevo documento del PSOE.
Al gobierno el gustaría que la ley de Transparencia se aprobara con el mayor consenso posible, de ahí que antes de que comience a debatirse en el Congreso esté intentando consensuar la letra y la música de la ley. Por lo pronto el Gobierno está dispuesto a incluir a la Corona en la ley de transparencia, lo mismo que partidos y sindicatos.¡Qué menos¡.
En cuanto al PSOE hay que reconocer que éste partido, pese a dar muchos palos de ciego, está haciendo un esfuerzo notable por volver a «conectar» con los ciudadanos. Por eso desde hace meses están en funcionamiento distintos grupos de trabajo preparando la Conferencia Política, al mismo tiempo que se devanan los sesos por ofrecer alternativas a los problemas del día a día. Y ya digo que el documento presentado para recuperar la confianza ciudadana es cuánto menos interesante.
Los socialistas plantean la creación en el Parlamento de una Comisión Permanente de Peticiones y Participación Ciudadana. Se trataría que los ciudadanos, a partir de un número de firmas, puedan proponer a sus señorías la discusión de temas que preocupan a la sociedad o impulsar leyes. Este sería sin duda un camino directo para que los ciudadanos puedan hacer oír su voz en el Parlamento, eso sí, presentando 250.000 mil firmas. Sería una versión fácil de la llamada «iniciativa popular» que ya existe en la actualidad, pero además esa comisión podría recoger de manera sistemática y cotidiana las preocupaciones de los ciudadanos.
Otro punto importante del documento socialista es en el que se propone la creación de una Oficina del Ciudadano. Dicha oficina se encargaría de tramitar entrevistas de los ciudadanos que los soliciten con los diputados, o suministrar la información que se requiera sobre leyes y actividades del Congreso.
Lo de que los ciudadanos se puedan reunir con los diputados me parece a mi una buena idea. El sistema electoral español hace que los diputados, una vez elegidos, se conviertan en seres abstractos para sus electores. No hay una comunicación directa con sus representados. Abrir la puerta a que sus señorías tengan que recibir a los electores me parece a mí una dieta que debería de tenerse en cuenta.
En definitiva el Movimiento 15-M ha logrado que los partidos políticos sean conscientes de que tienen que dejar de comportarse como una «casta de elegidos» y que o están a ras del suelo compartiendo el día a día con los ciudadanos o éstos les darán la espalda.
Algo se mueve en la buena dirección con iniciativas como la ley de Transparencia o el documento del PSOE para recuperar la confianza de los ciudadanos. Ahora solo falta que los dirigentes de los partidos sean capaces de ponerse de acuerdo y sacar adelante éstas y otras iniciativas que sirvan para que la sociedad vuelva a confiar en ellos.
