A vueltas con España – ¿Pacto sí o pacto no?


MADRID, 18 (OTR/PRESS)

Lo ha vuelto a repetir este sábado en Salamanca: el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, sigue sin ver un gran pacto por el empleo, como le propusieron los principales sindicatos, en presencia de dirigentes empresariales. Como mucho, ve posible el diálogo sobre las pensiones. Para otros asuntos se confiesa dispuesto a asumir el desgaste que sea preciso; es decir, para bien o para mal, Rajoy hará valer su mayoría absoluta y no contará con la Oposición, a la que descalifica por su tendencia a incrementar el gasto público. Obvia, de paso, una reforma fiscal que redefina a fondo los ingresos del Estado, más allá de los retoques, e implanta como norma la moderación salarial, que en realidad es una devaluación de los sueldos. Claro que Rajoy no siempre dice lo mismo. En el fondo, sabe que tiene difícil salir adelante en solitario -de hecho, hace unos meses lo insinuó él mismo en el Congreso-, a pesar de su indiscutible mayoría absoluta.

Pero no solo Rajoy es reticente al pacto. Desde la izquierda del PSOE e incluso en su ala más radical se preguntan por qué determinados medios progresistas insisten tanto en el pacto entre PP y PSOE, en vez de abogar por un pacto de las izquierdas. Parten de la base de que si la respuesta al desgaste del PP y al estancamiento PSOE es un consenso amplio, ambos partidos seguirán multiplicando su precariedad. Por eso no falta quien rechaza frontalmente eventuales acuerdos entre los llamados líderes del desprestigio, teniendo en cuenta que los ciudadanos desaprueban masivamente tanto al conservador Rajoy como al socialista Rubalcaba.

¿Hay alternativa a un pacto de Estado solo entre partidos? Sí, por ejemplo: un gran acuerdo social y político, de manera que los costes de la crisis se repartan de forma razonable, como había sucedido en los ya históricos Pactos de la Moncloa, que hicieron posible asentar la democracia en medio de una crisis económica. ¿Y hay materias para el consenso? Sin duda. Además de las pensiones, la reforma limitada de la Constitución -recordemos: Senado, reconocimiento explícito del último tratado europeo, inscripción del nombre de las comunidades autónomas y derogación de la cláusula que discrimina a las mujeres en la sucesión de la Corona- puede ser el principio de un amplio consenso. En definitiva, un gran pacto económico-social debería incluir la reforma constitucional y solventar la cuestión territorial, dadas las tensiones con Cataluña y las que previsiblemente se van a desatar con el País Vasco, una vez que ETA solo sea historia.

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