MADRID, 20 (OTR/PRESS)
Les confieso mi hartura. Sí, estoy harta de los sectarimos de izquierdas y de los sectarimos de derechas. De todos. Que con la que está cayendo en nuestro país el PP y el PSOE no tengan nada mejor que hacer que azuzar sentimientos pro católicos o anticatólicos me parece no solo el colmo de la insensatez sino una actitud malsana.
Verán no comparto la nueva ley de educación del ministro Wert. Entre otras razones por la decisión de que la asignatura de Religión compute lo mismo que Matemáticas o Lengua. Me parece a mi que la escuela pública debe de ofrecer la asignatura de Religión a quién lo demande pero que no puede imponerse al resto de los niños y muchos menos intentar compensar Religión con otra asignatura como esa que se han inventado de Valores.
La Religión, las creencias de cada cual, es algo demasiado importante para que se este manoseando y desde luego nunca puede ser una imposición. La ley Wert tiene los días contados. Saldrá adelante porque el PP tiene mayoría absoluta pero en cuando vuelva a gobernar el PSOE no quedará de ella ni la raspa.
Comprenderán ustedes que si nuestros políticos antepusieran los intereses generales a los intereses partidistas y sobre todo al color de sus creencias a éstas alturas deberíamos de tener una ley educativa que hubiera sido consensuada por todos los partidos y por tanto todos pudieran gobernar con ella. Pero ni el PSOE cuando gobernaba consiguió ese consenso y el PP tampoco.
Imponer la asignatura de Religión tiene la misma carga ideológica que en su momento la tuvo por parte del PSOE imponer Educación para la Ciudadanía. Esa asignatura, ahora en suspenso, era igualmente una imposición sobre una determinada de ver la vida.
Hay padres que no quieren que sus hijos den ninguna de las dos asignaturas. Peor si hay una asignatura que se debería de dar y luce por su ausencia: conocimientos de la Constitución. Que menos que nuestros hijos conozcan la Carta Magna donde se recogen valores importantes como son los de la libertad, la igualdad, la prohibición de discriminar a nadie por sus creencias, origen, etc.
La respuesta del PSOE a la ley Wert resulta igualmente desmesurada. Rubalcaba amenaza con denunciar el Concordato. Y para que se vayan haciendo idea de lo que puede pasar, en el Principado de Asturias, al gobierno socialista no se le ha ocurrido nada más que suprimir la Navidad. Desde ahora y por decreto las Navidades se llamaran Fiestas de Invierno, y la Semana Santa, será la fiesta del segundo trimestre.
No sé a quién se le ha ocurrido semejante estupidez. Y siento calificarlo de estupidez. Pero de la misma manera que no se puede «imponer» la Religión tampoco se pueden borrar dos mil años de historia. Nuestra cultura es heredera de Grecia, Roma, el judaísmo y el cristianismo. Negar está realidad es de tontos o de ignorantes, o puede que de ambas cosas. De manera que suprimir la Navidad y llamarla «vacaciones de invierno» es una pataleta anticlerical que huele a naftalina. Tan a naftalina como la pretensión de Wert de obligar a los niños a estudiar Religión. Querer borrar una cultura repleta de ricas tradiciones es arrancar un poco del ser y del alma de nuestro país.
Si tanto los políticos de izquierda como los de derecha aplicaran el más difícil de los sentidos, el sentido común, sencillamente a nadie se le ocurriría imponer como asignatura evaluable a la Religión, ni inventarse lo de Educación para la Ciudadanía. Tampoco deberían de jugar a anticlericales de pacotilla aboliendo la Navidad y olvidándose que ni España, ni Europa, ni lo que somos y por qué somos y cómo somos, tiene que ver con esa tradición judeo-cristiana. Vamos, salvo que piensen convertir la catedral de Oviedo en una discoteca, y el santuario de Covadonga en un spa.
Me pregunto porque los unos y los otros no nos dejaran en paz y se dedican a lo que de verdad ahora mismo angustia a millones de ciudadanos: el paro y la crisis económica.
