Antonio Casado – Aznar, sin novedad


MADRID, 22 (OTR/PRESS)

Las declaraciones del ex presidente, José María Aznar, con dedicatorias envenenadas hacia su criatura política, Mariano Rajoy, tienen el mismo alcance que los ocasionales brotes de quinielismo sucesorio en el PSOE. Fuegos artificiales, pasto fresco para saciar la voracidad del contertulio. Especialmente en lo tocante a la posibilidad tóxica de que el señor Aznar quiera volver a las andadas. Es lo que ha saltado a los titulares. En lo que se refiere a los contenidos, su discurso televisado, a preguntas de tres buenos periodistas, fue irrelevante. En ese sentido fueron más interesantes las preguntas que las respuestas. Pocas novedades y muchos lugares comunes.

Me quedo con la pregunta encaminada a saber más de la única conversación «larga», y no precisamente sobre temas episódicos, que Aznar dice haber tenido con Rajoy. «¿Se quedó más tranquilo después de la charla con el presidente del Gobierno?», se le preguntó. Se fue por las ramas, con esa media sonrisa propia de quien sabe que hay malicia en la elusión. Hubo un segundo de profundizar en el asunto de fondo: hasta qué punto el sucedido puede estar molesto con el sucesor. «¿Volvería a nombrar a Rajoy?». En vez de formular la respuesta, como suelen hacer los entrevistados, lo que hizo fue calificar la pregunta. Dijo que la pregunta era inútil y, por tanto, no respondió.

Bueno, en realidad, sí, aunque en otros contextos de la entrevista, echando mano de la retórica para envolver el veneno en papel de celofán. El momento culminante fue cuando habló de lo que, según él, hay que hacer para sacar a España del atolladero. Lo tiene muy claro: «Ofrecer un horizonte de esperanza y no una lánguida resignación». No esta mal como programa de gobierno si fueran buenos tiempos para la lírica. Como no lo son, la frasecita se queda en el consabido sartenazo al bajo vientre de Rajoy. Nos está enseñando a descubrir que este presidente nuestro no muestra el camino de la esperanza sino el de la resignación.

Tampoco encaja en los tiempos de tribulación que nos agobian ese otro mantra de que desea para España es «un país fuerte y unos ciudadanos libres», en la seguridad de que nadie va a estar en desacuerdo. Claro. Eso ya lo decía Franco, con lo de la España «grande» y «libre». Y si nos olvidamos del firmante, a ver quien no lo firma, aunque sea con otras palabras. Más lugares comunes: «los nacionalistas se ponen por encima de la ley», «vivimos una crisis política, económica e institucional con pocos precedentes». Todas esas cosas las dicen, casi con las mismas palabras, Rubalcaba y Felipe González. ¿Dónde está la novedad?, ¿En apostar por un Estado viable, una reforma institucional, un pacto social y una posición internacional fuerte?

Lo dicho: nada relevante en el discurso de Aznar, salvo su desleal reprobación pública del presidente de su país y de su partido, que son los dos referentes ante los que está dispuesto a comparecer, amén del que dicta su conciencia. Menos mal que no se remitió al juicio de la historia, uff.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído