MADRID, 25 (OTR/PRESS)
El Gobierno de Rajoy ultima la ley de apoyo al emprendedor y su internacionalización, con la que pretende facilitar la actividad empresarial en España. Tocará muchos puntos: la constitución de empresas y su régimen fiscal, el apoyo a la financiación, la fluidez entre las empresas y las Administraciones públicas e incluso ciertas facilidades ante eventuales dificultades; léase una segunda oportunidad para quien fracase la primera vez. Es la primera decisión que puede considerarse una verdadera medida de acompañamiento al ajuste derivado de la crisis y, en líneas generales, puede darse por bien recibida.
¿Problemas? Como llega tarde, debería acelerarse más su entrada en vigor sin crear falsas expectativas, ya que no todos los parados -más de seis millones de personas- podrán ser emprendedores, ni ser contratados por quienes logren serlo. En ese sentido, también conviene tener presente que España no tiene un déficit cuantitativo de empresas: su carencia es cualitativa, ya que la inmensa mayoría de los empresarios no contratan a nadie o apenas tienen empleados. Por mucho que aumentase el autoempleo, que es algo a lo que se aferra a menudo la ministra Báñez, de la crisis no se sale solo de esa manera.
Lo que es indudable es que el Gobierno acertará si apoya de verdad a los emprendedores con la eliminación de trabas a la puesta en marcha de sus ideas, pero también con financiación a su medida; máxime si son capaces de vender fuera y crear empleo aquí. Los oligopolios, por el contrario, deberían desaparecer de la economía española, en beneficio de unas pequeñas y medianas empresas competitivas. Será el camino para que España apruebe en seis frentes en los que ahora suspende: desempleo, deuda pública, deuda privada, cuota de mercado en las exportaciones, posición neta de las inversiones y déficit por cuenta corriente.
A propósito de las medidas financieras puede ser decisivo el fomento de los inversores de proximidad o «business angels», es decir, particulares que invierten en una empresa o proyecto empresarial de otros, del mismo modo que sería un buen complemento la promoción del Mercado Alternativo Bursátil -la bolsa de las medianas empresas-, con medidas efectivas, al estilo de las ensayadas, con éxito, en países anglosajones.