Rafael Martínez-Simancas – Maestro Huang


MADRID, 04 (OTR/PRESS)

Un tipo que presume de apoyar su garganta en una lanza sin que le duela no es alguien muy normal aunque hable en el nombre de Buda. Un tipo como el maestro Huang de Bilbao no puede estar muy bien de la cabeza tal y como se desprende de las primeras investigaciones policiales en las que ha confesado haber asesinado a una mujer y dejar a otra gravemente herida. La policía busca restos humanos en lo que era su hediondo santuario de meditación trascendental porque podemos estar ante un asesino en serie que iba de equilibrado en un programa de Punset.

Los propietarios de armas están obligados a tener la oportuna licencia y a pasar las revisiones que correspondan, y para obtener el permiso tienen que pasar por un examen psicotécnico, en cambio el maestro Huang del norte ha podido presumir en televisión de que sus técnicas podrían matar a una persona aunque eso no se le pasaba por la cabeza, decía. Y no hubo juez que le llamara capítulo para que explicara cómo es eso de presumir de ser un quebrantahuesos desde la modestia de la oración. De cien veces que se reencarne este sujeto cien debería ser en cucaracha de alcantarilla pero por una mutación divina se nos ha presentado como experto en artes marciales y protagonista de la crónica negra en estos días en los que se instala el calor.

En el vídeo promocional de su gimnasio hay una parte que espeluzna mucho más que cuando hace ostentación del cuchillo, me refiero a cuando toca la guitarra de una manera espantosa, parece una escena sacada de «Frankestein». Ahí se aprecia que Huang estaba como una chota, algo que los hechos se han encargado de demostrar. Un loco con conocimientos en artes marciales se convierte en una máquina peligrosa porque sabe dónde golpea y qué consecuencias tiene, es la teoría del agua en una tetera que explicaba Bruce Lee.

Bien está cuidar el cuerpo para mantener la mente sana pero un exceso de virilidad mal entendida acaba con el virtuosismo de la flor de loto y con esas visiones idílicas de las cumbres del Tibet que se ven en las etiquetas de los productos de herbolario. Este tipo ha querido vivir de templario con piel de gurú y al final ha salido lo peor de la condición humana, un sentimiento depredador con el mas débil. Además, para presumir de maestro Kung Fú y experto mundial en artes marciales no se pueden tener esos michelines, ni los que se le han visto en la detención ni los que se le notan en la mente floja de gañán irascible y violento.

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