Antonio Casado – El pacto


MADRID, 05 (OTR/PRESS)

Soplan vientos de pacto en vísperas del decisivo Consejo Europeo de finales de junio. Se trata de forjar una posición común de refuerzo al presidente del Gobierno cuando pida más implicación de Bruselas en los problemas del paro juvenil y la falta de crédito a pequeñas y medianas empresas. O cuando exija que la UE cumpla los compromisos asumidos hace un año en materia de integración, empezando por la unión bancaria.

En clave doméstica, la muy alta posibilidad de que se produzca una convergencia de posiciones entre el Gobierno y el principal grupo de la oposición, el PSOE, deja al descubierto dos efectos relevantes en el análisis del momento político nacional. Uno es de carácter indiciario: constatación de un cierto viraje en la política económica de Moncloa. El segundo es la reacción adversa de Izquierda Unida a la posibilidad de que el pacto Rajoy-Rubalcaba se extienda a otras fuerzas políticas.

Ahí están las declaraciones del líder de IU, Cayo Lara, que el lunes pasado arremetía contra el PSOE por su acercamiento al PP. En perspectiva socialista eso quiere decir que Rubalcaba acierta al tender su mano al Gobierno en un asunto de Estado como es la posición común ante la mirada conminatoria de Bruselas. Si estuviera cometiendo un error, Lara hubiera estado feliz. Si al PSOE le fuese a perjudicar ese acercamiento a Rajoy, Lara estaría encantado de ver como el viento sopla en las velas de Izquierda Unida porque, no se olvide, PSOE e IU disputan en un mismo espacio del electorado.

Son competidores. Así se explica perfectamente la subida de IU en las encuestas a costa de la parte que le toca, por la izquierda, claro, en el desprestigio de los grandes partidos. Lo mismo puede decirse, por la derecha, respecto al espacio en el que disputan el PP y la UPyD de Rosa Díez, si bien ésta no ha sido tan indiscreta como Cayo Lara a la hora de reconocer la contrariedad por un pacto PSOE-PP con la muy posible adhesión de los nacionalistas vascos y catalanes.

El otro efecto reseñable en el pacto Gobierno-PSOE sobre Europa es el viraje de Moncloa hacia políticas más orientadas al crecimiento y menos obsesionadas con el equilibrio fiscal. Véase la relativa facilidad con la que se han puesto de acuerdo. Debe entenderse que a Rubalcaba no ha hecho falta convencerle de que las políticas de ajuste no nos sacan del agujero, o de que la prórroga de dos años para conseguir el 3% de déficit público es una buena noticia. Desde el minuto uno de la Legislatura viene sosteniendo en público esas dos ideas.

Pero no caigamos en la tentación de suponer abolidas los perfiles políticos e ideológicos entre PP y PSOE. Tal vez se acentúen más, precisamente por evitar la imagen de que son lo mismo. Ambas partes se están esforzando en dejarlo claro. Lo malo es que se pasen de la raya y el pacto corra peligro. Es algo surrealista que para alcanzar un acuerdo en un ámbito, el europeo, exageren las diferencias en otros, como el de la igualdad, la educación, el aborto o la violencia machista.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído