Antonio Casado – Pensiones


MADRID, 10 (OTR/PRESS)

Ha sido Alfonso Guerra, ex vicepresidente del Gobierno y actual presidente de la Comisión de Presupuestos del Congreso, quien mejor ha centrado el debate sobre la reforma de las pensiones, en base al reciente informe de doce expertos. Dijo Guerra este lunes que los doce sabios serán muy sabios en lo técnico pero no en lo social. Una manera de recordar que si la política económica no tiene a las personas como objeto prioritario de su actuación hemos hecho un pan como unas obleas.

El informe que se acaba de entregar al Gobierno revisa las bases de cálculo de las futuras pensiones en función de la demografía, el ciclo económico y el estado de cuentas del propio sistema (gastos e ingresos). La resultante determinará una inevitable disminución del poder adquisitivo y un paso atrás de los pensionistas en la escala social. En resumen, un retroceso en el llamado Estado del Bienestar que se ha ido forjando a lo largo de estos últimos treinta años con decisiones políticas inspiradas en los factores técnicos de la cuestión, pero también en los sociales.

Esperemos que esta guía de actuación de los poderes públicos, que consiste en lograr un sistema técnicamente sostenible y socialmente justo, se mantenga cuando el Gobierno disponga sobre lo que propone ese comité de sabios, entre los que se detecta una sospechosa y mayoritaria conexión con compañías aseguradoras y entidades financieras. Por eso conviene prevenirse frente a las tentaciones de perseguir el sueño neoliberal. Es decir, fondos de pensiones privados para quienes se los puedan pagar y, a partir de ahí, sálvese quien pueda.

Hablando de política, siempre hemos de acabar en lo mismo: el ideario de quien ha de tomar las decisiones. No todos los partidos, no todos los gobernantes, entienden de forma unívoca la gestión de los asuntos de interés general o la práctica de ciertos valores, como la solidaridad. La corrección política, aquí y ahora, nos invita a pensar en los recortes al sistema de pensiones como la única, verdadera e irremediable forma de mantenerlo, como si hubiera que elegir obligatoriamente entre disponer de una pensión exigua o atenerse al sálvese quien pueda decretado por los poderes públicos.

Por tanto, acepto que es políticamente correcto endosar la reforma a la demografía y los imponderables de la crisis económica (menos cotizantes para más pensionistas en tiempos de austeridad). Sin embargo algunos creemos que, una vez más, anda por medio la ideología. Los expertos han centrado la pelota. Está en el aire a la espera de que el Gobierno remate. Esperemos que cumpla su promesa de no hacerlo unilateralmente, como se teme el líder socialista. Adelantándose a los acontecimientos, Rubalcaba ha dicho que el PSOE no se sumará a la reforma si ésta se hace en contra de los sindicatos. La intención del Gobierno Rajoy es llevar adelante una reforma de las pensiones por consenso político y social. Y no hay razón para desconfiar de antemano. Quedamos atentos a la pantalla.

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