Antonio Casado – El prólogo de Rajoy


MADRID, 19 (OTR/PRESS)

Ante los buenos datos del empleo en los dos últimos meses, abril y mayo, a pesar de su carácter estacional (vísperas del verano turístico) y la notable mejora en las balanzas exteriores, el Gobierno ha decidido aumentar la carga voluntarista. Nos invita a compartir la sensación de que se aproxima la remontada. Como en la canción de Serrat: bienaventurados los que han tocado fondo porque, a partir de ahí, solo cabe la mejoría.

Así sea. No será el comentarista quien repruebe la predisposición del Gobierno a aprovechar las oportunidades de dar buenas noticias. A los españoles nos hacen mucha falta. Aunque sólo sea por el llamado efecto placebo. En una crisis de intangibles como ésta (confianza, credibilidad, estados de ánimo, percepción más o menos pesimista de la realidad, conceptos de difícil medición), el efecto placebo también cuenta en el esfuerzo compartido por vivir en una España más habitable.

Por tanto, bienvenido sea el discurso del presidente, Mariano Rajoy, en la clausura de la asamblea general de la patronal CEOE, donde levantó acta del sentir colectivo: «Ya no existe la sensación de asfixia que teníamos hace un año» (habla de sus equipos de trabajo pero es, en este caso, extensible a la ciudadanía). Además hizo un llamamiento a la confianza: «Estamos en el prólogo de la recuperación porque lo peor ha pasado ya».

Hay una parte documentada en ese prólogo de Rajoy. Y otra, no tanto. La que se asienta en datos verificables nos remite a la mejoría en unos cuantos indicadores. Por ejemplo, menos déficit, menos deuda -sobre todo privada, con clara tendencia a la baja-, menos inflación, más competitividad, menos coste en la financiación de la deuda, etc. Pero hay otra menos sintonizada con la realidad: la que nos remite al minuto y resultado de las dos variables básicas: crecimiento y empleo. O, en la cara fea de la moneda: recesión y paro.

El martes pasado, en Santander, el ministro de Economía, Luis de Guindos, aseguró que en este segundo trimestre del año (abril-junio), el crecimiento ha sido cercano al cero, mientras que en el anterior había sido de un 0,5% negativo. Habida cuenta de que el Gobierno había anunciado que no tocaríamos fondo hasta final de año, hemos de celebrarlo. Siquiera sea como consuelo de que ya queda menos para que vuelva a crearse empleo.

Esa es la verdadera caja negra de la crisis y el único objetivo que nos importa a quienes creemos que la política económica se hace pensando en las personas y no en los fríos indicadores que manejan los analistas, como la prima de riesgo, la balanza de pagos por cuenta corriente o el déficit estructural.

El empleo: solo este indicador nos puede servir como precursor de que se avecinan tiempos mejores. Y, de momento, según reconoce el propio Gobierno, hemos de seguir esperando.

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