Siete días trepidantes – Un Gobierno de nuevo en apuros.


MADRID, 29 (OTR/PRESS)

Algunos miembros del Gobierno, y el propio Rajoy, hacen las delicias de los «cartoonists», esos implacables dibujantes de humor a los que se permite una dosis de ironía crítica mucho mayor que a los columnistas literarios. El presidente y algunos connotados dirigentes «históricos» del PP son «retratados» estos días sudando tinta china por culpa del encarcelamiento del ex tesorero del partido, Luis Bárcenas, a quien la creencia generalizada supone «cantando» en breve de plano nombres, sobresueldos y otros muchos sucesos lamentables que ocurrieron presuntamente en la inexpugnable sede «popular» en la madrileña calle de Génova.

Lo cierto es que en el PP la discreción en torno a Bárcenas es mucha, pero, en privado, todos aseguran que el incómodo ex tesorero ya no tiene más munición con la que vengarse de las gentes de su partido que, por otro lado, tan bien le han venido tratando hasta ahora. Sea como fuere, los apuros detectados por los «cartoonists» son evidentes: tanto Rajoy como la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, tan patentemente ajena a cualquier pasado turbio, se las vieron y se las desearon el viernes para desviar o para no responder a las preguntas de los periodistas en sus inevitables ruedas de prensa: Rajoy tras el Consejo Europeo, Sáenz de Santamaría tras el Consejo de Ministros.

El nuevo episodio del culebrón Bárcenas ha anulado los resultados, sin duda beneficiosos para España, de la «cumbre» europea, marcada por la timidez de las propuestas, pero que, al menos, ha dejado unos euros para favorecer el empleo juvenil en nuestro país. Y ha dejado también en segundo plano la aprobación por el Consejo de Ministros de la Ley del Emprendedor, también de alcance moderado, pero sin duda un buen primer paso. Y, si a esa prisión de Bárcenas, que es noticia que ha dado la vuelta al mundo, le añadimos los resbalones de algunos ministros, señaladamente el de Justicia, Ruiz Gallardón, el de Educación, Wert, y el de Hacienda, Cristóbal Montoro, tendremos una panorámica bastante completa del grado de desesperación de los estrategas de La Moncloa, que pensaban aprovechar mucho más y mejor los atisbos de «brotes verdes».

Para no pocos en el PP sigue resultando inexplicable que Rajoy no propicie ahora movimientos en el PP, incluyendo una crisis ministerial, aunque fuese de alcance limitado. Pero ya se sabe que el presidente, poco dado a los gestos espectaculares, no tiene intención de cambiar ni a un solo ministro antes del año próximo, cuando ya las elecciones europeas estén en puertas. Y también inexplicable empieza a parecer que el inquilino de La Moncloa se aferre a su vieja táctica de dejar que los problemas se pudran. Lo que ocurre es que el «affaire Bárcenas» no se está pudriendo; se está gangrenando. Y para arreglar las cosas va a hacer falta cortar alguna cabeza más que la de la directora de la Agencia tributaria, culpable de un error de bulto sin duda importante, pero mucho menos escandaloso que lo que pueda resultar de los derivados de este asunto del ex tesorero iracundo y al que le han descubierto con las manos en una masa* que aparentemente aún no sabemos cuántas otras manos amasaban.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído