Carlos Carnicero – Resulta que el GAL no era tan malo.


MADRID, 9 (OTR/PRESS)

El propio interesado, Ricardo García Damborenea, ha confesado que cobró por servicios al PP en la época en la que José María Aznar era su presidente.

Como el tiempo pasa, recordemos los hechos y los personajes.

Ricardo García Damborenea fue secretario general del PSE-PSOE en la provincia de Vizcaya. Desde la llegada de los socialistas al poder en España hasta su abandono del partido en 1990, fue mucho más que el líder socialista en esa provincia vasca. Gozó de una gran autonomía, y con la llegada de Felipe González a La Moncloa, inició su propia guerra sucia contra ETA con el gobernador civil de Vizcaya, que actuaba bajo su dictado, Julián Sancristobal.

Los enfrentamientos de García Damborenea con el secretario general del PSE-PSOE, Txiki Benegas, fueron notorios. Y perdió la batalla por la secretaría general del PSE-PSOE lo que inició un camino hacia su escisión del partido.

Los dos, Julián Sancristobal y Damborenea, fueron condenados como responsables del secuestro de Segundo Marey. Damborenea reconoció su participación en los hechos y añadió que no se arrepentía porque «era lo que había que hacer». Condenado por el secuestro de Segundo Marey, estuvo en prisión preventiva y después cumpliendo condena.

Años después, en 1994, apoyó a José María Aznar en la campaña de las elecciones Europeas, llegando a participar en un mitin del PP en la plaza de toros de Zaragoza.

Ricardo García Damborenea ha confirmado, también, que cobró por servicios prestados al PP «porque tenía que comer», lo cual es un argumento de naturaleza fisiológica que indica claramente que estaba dispuesto a casi cualquier cosa para subvencionar su subsistencia.

De José María Aznar no es necesario decir casi nada para situarlo en el panorama político español. Habría que añadir que fue parte de una conspiración con el juez Baltasar Garzón, rebotado de la política al no conseguir ser ministro de Interior del gobierno de Felipe González. De esa conspiración, relatada en su día por quien fue testigo de ella, Luis María Ansón, formaron parte el propio presidente del PP, Baltasar Garzón y Pedro J. Ramírez.

Cada uno tenía sus intereses. En unos actos judiciales inéditos en la historia de los estados de Derecho, Garzón procedió contra sus compañeros del PSOE, con los que tenía una enemistado notoria en su puja por el ministerio de Interior. José María Aznar, tras perder las elecciones de 1993, encontró en la alianza con Garzón y Pedro J. el camino para forzar el asalto a La Moncloa.

La saña con la que Aznar persiguió el GAL no le impidió entenderse con Ricardo García Damborenea, probablemente pensando que se trataba de un «terrorista de estado bueno».

Ahora hemos sabido que aquellos apoyos de Damborenea a Aznar fueron retribuidos. Todavía no sabemos si en la contabilidad del Partido Popular figuran como pagos en «A».

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