Al margen – Un georadar para Rajoy


MADRID, 15 (OTR/PRESS)

Ruz hace lo que puede, pero un juez no es un georadar. Para descubrir en detalle cuanto se halla oculto en el subsuelo de las finanzas del Partido Popular, de cuyos oscuros movimientos trazó Bárcenas un croquis somero en sus estadillos de sobresueldos y donaciones, se necesitaría una clase de potente georadar que no sé si en España tenemos, pero que si tenemos, tendríamos que encargarlo ya. Toda vez que Mariano Rajoy ignora en qué consiste la responsabilidad política, y no digamos la muy alta de una jerarquía pública como la que él ostenta aún, sólo la amenazadora sombra de ilícitos penales, de delitos, podría removerle del marasmo en el que habita y, lo que es más grave, en el que nos obliga a vivir a los demás.

Hay un clamor general que demanda explicaciones Rajoy, pero todo lo que la sociedad española recibe son los chascarrillos del inefable Floriano. De ellos se deduce la dolorosa impresión de que el gobierno del PP, o sea, el PP, está firmemente persuadido de que los españoles son idiotas. Si nos han votado, parecen pensar, es que deben serlo, y esa convicción les impele a ir soltando camelo tras camelo, sin solución de continuidad. Pero Rajoy, al parecer tranquilo porque el georadar específico e infalible que la gente busca no lo tenemos en España, calla, y eso, en realidad, es más elocuente y más verdadero que lo que el todavía presidente pudiera, en un arranque, decir. Porque Rajoy y sus pares no han hecho otra cosa que mentir desaforadamente, compulsivamente, a los españoles, antes y después de esas elecciones de 2011 de cuya campaña también se duda que se financiara legalmente.

Petaría el georadar que otros países sí tienen al pasarlo por la superficie del 13 de la calle Génova, por las cocinas en las que durante tantos años ejerció Luis Bárcenas de «chef». Habría que reforzarlo para que soportara las sorpresas que aún puede deparar el examen minucioso de esos subsuelos. Se trata de la arqueología de una democracia fallida, corrompida, viciada de origen, en la que los partidos han hecho comida aparte, y qué comida. El hallazgo de sus restos explicaría el origen, también, del hambre que estamos pasando.

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