Fermín Bocos – Cuestión de confianza.


MADRID, 16 (OTR/PRESS)

El tiempo de la Justicia no es igual que el de la política. Por eso es por lo que el ciudadano Mariano Rajoy está obligado a acudir al Congreso de los Diputados para dar cumplida explicación acerca de las novedades acaecidas en el «caso Bárcenas». Novedades que señalan que estaba al tanto de la financiación irregular del PP, y, lo que desde un punto de vista moral resulta es más embarazoso: que ha sido señalado como presunto receptor de diversas cantidades de dinero negro. Todos estos extremos proceden de las declaraciones de Luis Bárcenas ante el juez Pablo Ruz. Antes de conocerlas, en una comparecencia ante los periodistas aseguró que sobre este asunto ya había dicho todo lo que tenía que decir ¡el pasado mes de febrero¡ obviando que la novedad del caso pasa por el hecho capital que supone que Luis Bárcenas, tesorero del partido nombrado por el propio Rajoy, haya decidido ratificar ante el juez todos los extremos conocidos acerca de la financiación ilegal del PP. Bárcenas, el amigo personal con quien seguía cruzando mensajes vía «sms» aún después de que fueran descubiertas las cuentas secretas de Suiza ha decidido tirar de la manta y ha empezado a contar lo que sabe. Que puede que sea mucho, visto que llevaba más de veinte años en la cocina del partido primero como gerente y luego como tesorero, oficio de tinieblas en el que le inició Alvaro Lapuerta, anterior guardián de la llave de la puerta de atrás por la que según Bárcenas entraba el dinero «B» que pagaban empresarios y constructores dispuestos a untar la maquinaria para conseguir contratas del Estado o de las CCAA en las que gobernaban los populares. Todo esto lo ha dicho y ratificado ante el juez un Luis Bárcenas al que hace unas semanas Mariano Rajoy le recomendaba que «fuera fuerte», -«Resiste»- le decía en uno de los mensajes cruzados.

Patético. España se merece otros personajes en el centro del escenario. Quienes confían en que en términos judiciales por la vía de las prescripciones la cosa pueda quedar en nada y recomiendan a los protagonistas del caso (Rajoy incluido) que resistan, que ya escampará, olvidan que el tiempo de la política es distinto al de los jueces. Y en ése registro lo que cumple es que Mariano Rajoy tenga la gallardía de acudir al Parlamento y someterse a una cuestión de confianza. Sí planteado el trámite, el Grupo Parlamentario Popular le ratifica en su condición de Presidente del Gobierno, entonces habrá hecho suya la responsabilidad moral que se deriva de mantener en tan alta encomienda a quien hoy por hoy, comparece ante la opinión pública con el agua al cuello y bajo la más que fundada sospecha de no haber dicho la verdad.

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